Renuncio al dogmatismo y la esclavitud de la ignorancia. y por tanto ante mi propio juez me redimo. Renuncio al silencio sepulcral del cómplice y el ignorante para renacer en la voz de los no escuchados. Renuncio a la repetición del engaño vacío que mata el alma y aprisiona el espíritu de luz. Renuncio a toda distinción que los hombres exhiben como pompa para investirme del manto austero del amor. Renuncio a la tropa y al cuartel, para elevarme a donde el viento me lleve y ver libre el amanecer. Renuncio a la creencia, la creencia impuesta, y también la propia, para abrirme paso a la incertidumbre de creer en mi y creer que puedo. Acepto mi destino como un don Divino. Rebelde libre y sin cadenas que me aprisionen. Porque libre nacemos y libre morir debemos.
Texto agregado el 21-07-2015, y leído por 111 visitantes. (1 voto)