Crecieron muchas hojas sobre su cabeza y ya había pasado mucho tiempo desde la última podada, depositó su alma en una posada y se cambió de harapos, listo para mañana, 2 años de abstemio, pensamiento obstetra, el noventero se cree nuevo.
Nobel azúcar hace juego con sus prendas, café con leche, tiene también nuevos besos y ensalada. Observa los vidrios vacíos el amante de la mostaza, su gato maúlla porque su hembra ya no es suya, es despojo, vuelta a su dueño se afeita la crecida pena. Peras reclama al girasol y solo obtiene pipas y no hay en las tardes sal para el gusto. Panto me gusta, ella le ama y él lo sabe aún así calla. Vaya dios a saber lo que desea, desde esta perspectiva sabemos que tiene sentimientos como plastilina, se fija hasta en las hermanas, cándido pobre tonto de miel. De la piel también siente hambre, el estómago le cruje si mira gachís al medio día, se opone a la luna porque le oculta lindas melodías. Toma otra vía le gusta sentir el viento lentamente por sus mejillas, recuerda el vientre a la querida casera, cambio de ánimo durante la espera, su casa esfera. Estos son sus recuerdos, cuando desata la cuerda y el reto feliz/triste acapara sus venas, vemos medianamente el arranque de sus problemas, de la burla con la que otros blasfeman; sale a cenar con su blazer rayas negras, pide de comer flacos platos y de beber euforia con canela, para el control de las 2 caras de la moneda. Más taxis, más rutas para perder horas que no gasta en vela y esa cara lo acredita, bolsas de teína bajo sus ojos reflejan noches de letras y faena. Que bella carta a la nada, al vacío que es todo a la vez, la vida aparece, danzan más espectros en la tierra, él no se aferra a nadie y no quiere más atentados a su seguridad. Evita los cuerpos fríos y sentimientos de vanguardia. Harto de la revuelta y el desconcierto se larga a forrar con las sabanas, a fabricar paisajes propios de un bipartido universo.