Reto de la pregunta

Detrás de la casa había un aljibe de gran tamaño. Los niños solían jugar en el patio y, siguiendo las recomendaciones de los mayores no se asomaban para mirar el pozo.
Algunas tardes hablaban de los monstruos que seguramente habitaban allí; los más grandes inventaban historias terroríficas para asustar a los pequeños.
Pero claro, como la curiosidad siempre termina matando al gato, un día no pudieron resistir la tentación.
Planearon con mucho cuidado la aventura. Martín, que solo tenía seis años, se encargaría de conseguir un banco para alcanzar la altura requerida. Dany (de ocho) vigilaría que la gente mayor estuviera ocupada con sus quehaceres, y Pablito (de nueve) se asomaría al pozo de la gran intriga. Carlitos y Julio (siete añitos) observarían desde prudente distancia.
Decidieron que el domingo a la hora de la siesta sería el momento apropiado, y con mucha ansiedad dedicaron los días siguientes a describir todo lo que sus mentes les susurraban. Un caracol de grandes dimensiones se deslizaba por las paredes irregulares ascendiendo un centímetro por día. Si nadie procedía a matarlo, pronto atacaría a la población. Una araña enorme devoraba cualquier ser vivo que, ignorando su presencia se adentraba en ese hoyo oscuro.
Tal vez era aún peor, y en el interior de aquel agujero existía algo más inexplicable que criaturas malignas.
Cuando llegó el instante esperado ya habían agotado la lista de peligros que los esperaban. Pero el temor era cada vez mayor.
Pablito demostró gran coraje, aunque su tez pálida revelaba el pánico que sentía. Dany estuvo a punto de intercambiar su tarea con él; sobre todo por lo aburrido que le parecía el rol de vigilante.
Martín consiguió un banquito de madera: el que usaba el abuelo para apoyar los pies mientras miraba la tele. Estaba todo listo. Unos segundos más, y el foso develaría sus secretos.
Pablito se subió al banco y miró la negrura sin fondo.
-No veo nada-dijo-necesitamos una linterna.
Martín se subió también y esforzando su vista se inclinó todo lo que pudo.
-¡Cuidado! -exclamó Dany.
Con un grito ahogado Martín desapareció dentro del aljibe.
Hubo que avisar a los padres, y estos recurrieron a la policía y a los bomberos.
La búsqueda duró doce penosas horas, pero el niño no daba señales de vida. Sencillamente se había esfumado dentro de ese agujero negro.
Cuando finalmente lograron encontrarlo su madre se desmayó. Dicen que lo primero que dijo al verlo fue: "este no es mi hijo".
Uno de los bomberos preguntó a los otros padres que se habían acercado a solidarizarse y prestar ayuda: -¿DE QUIÉN ES ESTE NIÑO?
Nadie entendía nada.

La gente del lugar todavía continúa desconcertada, porque a pesar de que ha transcurrido mucho tiempo nunca se logró saber por qué al salir del aljibe Martín se veía como diez años mayor.