Lo siento... no puedo amar a nadie que no pueda quebrarse y sentir dolor ni que no llore. No puedo.

No puedo amar el mal, no puedo entregar mi alma a él, no puedo pensar en someterme a hacer el daño, no podría vivir así.

Tampoco puedo ignorar que llenarme de objetos no me ha de compensar en nada.

Aún sola, sigo sin poder amar a quien hace el mal y sé claramente que nací esclava y lo seré siempre, pero me niego a no sentirme libre.

No puedo amar la muerte, no puedo amar la persecución que quita toda posibilidad de subsistencia, no puedo amar a alguien que tortura, no puedo amar a alguien que humilla.

No puedo amar quien no es capaz de aceptar que no se quiera ser ella. Que no es capaz de aceptar diferencias, que su sueño es la pesadilla de un mundo lleno de réplicas.

Cada gota de sangre que se derrama me pone kilómetros de distancia, cada acto infame aumenta mi desgana, cada pensamiento lleno de odio me hace partir lejos.

La diferencia vale tanto como la coincidencia, no anhelo un mundo donde todos hagan como yo, pero ciertamente no puedo amar el mal.

... Y cuando haya muerto, ya mi voz resonará hasta en el silencio.