Te hubiera sostenido de la mano
cuando fuese necesario
valientemente y sin titubear,
arriesgándome tal vez al que dirán,
porque son precisamente
las etiquetas las que nos dividen
en ciudadanos de primera y segunda
categoría.
En una noche de cueva de lobos
yo te hubiera adivinado el rostro
de entre una multitud
sin usar los ojos ni las manos,
tu aura melancólica
se habría unido a la mía
en una sintonía silente
y carente de matices.
¡Qué oscuros son los pasajes
de la existencia
cuando para el mundo no existes
y pasas a ser un simple
número de las estadísticas!,
¡qué perverso ha de ser
que nadie
te regale siquiera una sonrisa!.
Texto agregado el 15-07-2015, y leído por 55
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Lectores Opinan
15-07-2015
Puchi, te regalo una ahora. Escribes bien, abrazote lmarianela
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