Tú me enseñas la voluntad de vivir.
Por ti,
volveré a las poesías breves,
para ganar tiempo en conocerte.
Iré con los ojos cerrados
a vagabundear por algún norte, buscándote.
Seré autodidacta de tu cuerpo,
viajando con la imaginación y las letras
hasta tu lugar sin nombre.
Seré sabio no creyente del zodiaco,
versificador de tonterías que te nombren,
sin pronunciarte.
Seré solo sonido entrelíneas
que llegue hasta donde te escondes.
Por ti,
cambiaré mi forma de medir el tiempo,
porque tú eres como eres,
constantes preguntas y sustancia del presente,
lejanía que está cerca,
proximidad que deseo y no tengo,
sensación que se me antoja breve.
Una amiga, una mujer, una dedicatoria, una rosa
cultivada en un jardín lejano,
que se florece los viernes de julio
en mi invierno y en tu verano. |