Hace un par de años soñé que a mi padre se le rompía su celular, que era un ladrillo de los 90, pero quedaba todo como a medio derretir, largando humo y ácido, obviamente obsoleto. Entonces me decía: "Vení, vamos a hablar con este hombre, que sabe mucho de celulares".
Lo acompañé hasta un edificio de apartamentos, muy parecido al que habitaba cuando tenía 11 años (es decir, a fines de los 90), pero antes tuvimos que atravesar un baldío lleno de ranchos abandonados donde había una patota de niños que estaban buscando/persiguiendo a otro para pegarle, mientras billetes de dólar volaban todo alrededor. Al llegar, mi padre encuentra al experto en celulares subiendo las escaleras del edificio, que no era otro que Hugo Chávez, vestido de traje (chaleco incluido) y una gabardina negra. Mi padre saca su teléfono carcomido y se lo muestra al "experto", quien lo mira y, con su acento caribeño, le dice: "¡No, no! ¡Eso está todo roto, hay que comprar otro!"
Entonces nos vamos de ahí como si hubiésemos escuchado una verdad revelada, para lo cual atravesamos de nuevo el baldío. Ahí vemos de nuevo a los niños, que ahora nos miran como si fuéramos intrusos, como si supiéramos algo que no deberíamos saber, y, esta vez, los billetes de dólar vuelan por el aire totalmente ensangrentados. |