Si ibas a luchar por algo, debiste haber luchado por algo más que un amor sin esperanzas…
Pero yo la amé, durante los fugaces atardeceres rojos, con la intensidad con la que el sol quemaba el mar. La amé
Tal vez mi corazón se encontraba latiendo solo por razones egoístas como aquel amor y por eso ahora no tiene las fuerzas para continuar por las cosas que realmente importan.
Yo la quise, anhele el toque de sus dedos, rece porque no apartara su mirada, yo la quise, cuando sonreía al cielo, cuando bailaba en las flores. Y mi querer termino consumiéndola. Pero lo juro: la quise.
Y es por eso que ahora me comienzo a sentir vacío.
Yo la deseé, su cuerpo suave y cálido, sus labios frescos, la deseé durante el ardor del amanecer y en las noches que se me antojaron infinitas, la deseé incluso cuando la tenía y aún más cuando se alejaba, porque era como volver a casa, como tocar el cielo, como quemarme al completo cuando me acogía suavemente, temblorosamente; cuando me envolvía y era como si su alma y la mía estuvieran frente a frente sin nada para cubrirse.
Ahora que no está mi cuerpo tiembla de frío y dolor.
Y la adore, cuando nadie más lo haría, cuando sus ojos se hinchaban por las lágrimas, cuando su rostro se tornaba rojo en medio de los gritos, cuando su cara se deformaba en una muesca de asco, de celos, de envidia, de furia, de odio. Yo la adore, cuando todos me dijeron que era imposible y cuando ella misma me rompió en pedazos. No era mi intención pero fue mi culpa.
Ahora se ha marchado y estoy solo, me ha dejado impotente ante la vida, ciego y sordo y las fuerzas no me alcanzan. Yo solo pude sentarme a verla marchar mientras las lágrimas se derramaban de mis ojos, mientras mi corazón se partía en pedazos y le grite y la maldije por no luchar por lo nuestro. Ella se marchó, llena de sueños, con los infinitos futuros en sus ojos. Ella se marchó y lo único que me dijo fue: perdón.
Ahora la veo frente a mí y en sus ojos que no se volverán a abrir ya no se pueden observar más sueños, no hay futuro, no hay esperanza, ahora la veo frente a mí y es tan hermosa pero tan lejana. Intento tocarla pero su fría piel me asusta. La habitación poco a poco comienza a llenarse: de gritos, de voces; y me apartan de ella y cubren los ojos de los niños e intento zafarme, creyendo que aún hay tiempo que no se ha marchado para siempre que no fue su calidez la que desapareció poco a poco mientras aun sostenía su mano. Pero el pitido constante me confirma que ya no volverá a mí.
“Si ibas a luchar por algo, debiste haber luchado por algo más que un amor sin esperanzas”
Pero yo la amé, aun cuando la muerte la consumía día a día, aun cuando me consumió a mí también. La amé, cuando me decía que no debería amarla y cuando terminaba entregándose a mí temerosa de amar y ser amada. La amé cuando me gritaba que estaba muy débil y que yo no debería estar junto a ella y cuando envidiaba a los que tenían un tiempo que parecía ilimitado para amar. La amé cuando el dolor no nos dejaba dormir y cuando su piel se comenzó a quebrar. La amé durante los 4 años que debieron haber sido 6 meses, la amé cuando luchaba con todas sus fuerzas. Simplemente la amé.
Pero se ha ido. Y yo aún la amo
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