Estos versos
no tienen dueño que los lean,
este ritmo
carece de sensibilidad,
caminemos por el ocaso,
demos de lado a la belleza,
repartamos lo que queda
yo me quedo con la botella
para ti mis ilusiones
de verte, al menos, un día mas.

Esos labios
se me antojan mas amargos
que aquella botella de tequila
que tanto nos costó terminar,
esa mirada
triunfa sobre la realidad,
ese descaro nos vuelve a humanizar
cuando el sol entra entre las persianas
la vecina del cuarto grita espantada
y la intimidad se va.

Estas gafas
ya no sirven para nada,
son de un viejo ciego que murió,
tiene una tumba sellada
alla donde las penas andan
y susurra los versos que te dió.

Esa calle llamada melancolía,
con su número siete sin contestador,
no está tan lejos aquella letanía
a la que un farsante llamado Cupido,
con su manía de hacerlo bonito,
un día nos condenó.