Ella vivía por villa Ortuzar,
el se perdía en los jardines robados de Quilmes.
Se conocieron en un pobre entierro
de alguien que murió de amor.
Formaron una familia tipo viviendo en Domínico,
allí escribieron a París
un pretexto para dar trabajo a la partera.
El vivía acostado,
ella se reventaba en las calles de Constitución.
Aprendieron la ética de la traición
juntando completas excedencias de nada.
Cansada de viejos cuentos
ella se marcho con un fascista desordenado,
un tal Jorge de mala calaña.
El volvió a las lluvias del antiguo Quilmes,
reventando veranos opacos.
Una verdadera estafa fueron sus sosos días,
solo una más de esas contradicciones que unen,
caminando en círculos hasta decir basta.