En algún pequeño recodo,
a esta otra Mujer que habla,
se le dio vuelta el alma.
Se ha construido a sí misma.
como amante que se construye
de cara a lo que es amado.
Avanza en un camino errante
con el viento como único pariente,
opresidades lleva consigo
la Mujer que habla.
No clama al cielo
en su sacerdocio femenino,
ni renuncia a la relación erótica,
al imperativo de la atracción,
en su temprana nostalgia de vejez.
Desaparecen los halagos al oído,
pero aquí y ahora, también es posible
ser Mujer, Sibila en huracanes,
Lilibeth en el desierto,
presidiendo el rito de la vida.
Soplo, conjuro, sueño premonitorio,
ancestro indígena,
ama del cielo y las profundidades,
habla ella, esa otra Mujer,
implícitamente timorata,
con la voz fantasmal que era su voz,
identidad femenina de hembra,
liberada de límites que no son suyos.
Una raza particularmente muy Mujer. |