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Aromas en el Aire

Camina con delicadeza para no cambiar nada en la escena del crimen, sabe que sus pasos le pueden jugar una mala pasada.

El gigantón inspector de policía, Aquiles Pereira, se rasca la frente, hurgando en su memoria… ¿De quién es ese aroma que se empapa suave y dulce entre las cortinas de la casa?, no logra llegar, está siempre a punto pero su mente lo engaña y el recuerdo se aleja.

Alguien estuvo allí esa noche, sujeto a la tela pesada y gruesa que aleja el interior de la casa del crudo invierno, oculto y sigiloso, impregnando ese perfume extraño mezcla de betarragas o zapallo recién cocinados, quizás también algo de dulce de chancaca y sopaipillas.

Ese alguien estuvo ahí, presenciando o siendo parte del crimen, el aroma se mezcla con la pesadez de otros olores menos frescos, más antiguos. ¿De quién es este aroma?, la pregunta palpita en la mirada del Inspector Aquiles, él lo sabe, está seguro que conoce al poseedor de esa fragancia, pero ¡por qué no logra recordar!

El forense retira el cuerpo del empresario de la cadena de restoranes más grande del país, su casa es lujosa. No había puertas forzadas, ni desorden, no hubo lucha, tampoco la intención del asesino era robar. Un tiro limpio en medio de los ojos a corta distancia, que no necesitó de gran puntería con un arma de pequeño calibre. Conclusiones que sacaba basándose en su experiencia. Debía esperar el informe, pero estaba claro que víctima y victimario se conocían. Solo la caja fuerte está abierta, las joyas invaluables y una gran suma de dinero permanecían intactas.

El dueño o dueña de ese olor, ¿es testigo del crimen?... el ringtone de su teléfono le saca de las cavilaciones. Le avisan que el asesino se ha entregado y debe correr a la comisaria para interrogarlo antes de pasarlo a la fiscalía de la ciudad.

Al entrar una extraña sensación se apodera del Inspector, un desasosiego que no reconoce en él y que aumenta en la medida que se acerca a la sala de interrogatorios. Su asistente sale a encontrarlo al pasillo, sus finas manos algo temblorosas le entregan la carpeta con los antecedentes del detenido. Aquiles reconoce al hombre de inmediato, entonces entiende de donde viene el aroma impregnado en sus recuerdos, aunque no lo ha visto desde que era un niño, es como mirarse a un espejo en unos 20 años más. Su padre lo mira con serenidad, mientras sus manos descansan esposadas sobre la mesa.

El hombre se levanta y medio le abraza balbuceando un – perdóname… - le entrega una pequeña libreta de tapas verdes - guárdalo es tu herencia -

Aquiles sabe que su confesión es cierta, su aroma de cocinero del Barrio Puerto lo delata, aunque no tiene sentimientos por ese hombre, su corazón está triste, le hubiera gustado encontrase con él de otra forma. Lo abandonó sin una explicación dejándolo a cargo de su abuela y nunca regresó. Toma la libreta y sale de la sala, mientras su asistente le comunica con su superior para pedirle que nombre a alguien más en este caso, ya que él debe declararse incompetente. Lee la breve nota que encuentra en la primera página.

“Estas son las recetas de cocina de tu madre, me las dio mucho antes de morir, cuando tú eras pequeño, ella quería que empezáramos un negocio y cambiar nuestra vida. Ese hombre que hoy ha muerto, me engañó y me las robó.

Era mi socio en el primer restorán de la cadena que pronto formaríamos. Estuve en la cárcel 20 años por un crimen que él cometió, me acusó de matar nuestro amigo y también socio José Manuel Liberona. Mientras él se enriquecía, yo no tenía como probar mi inocencia. Se merecía morir… lo siento.”

Aquiles mira el techo de su departamento, una botella de ron a medio vaciar en la mano, afuera el granizo golpea los techos de la gran ciudad, hay frustración y rabia en su mirada. La libreta verde yace rota en pedazos irregulares alfombrando el piso a sus pies, ¡de qué le sirven esas estúpidas recetas si nunca tuvo un padre!

Texto agregado el 06-07-2015, y leído por 341 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
08-10-2015 El destino existe. Muy buena historia. tobegio
02-10-2015 Genial Que historia tan conmovedora, de las que me gustan a mi. Su padre no lo abandono, estaba en la carcel por un crimen que no cometio. jaeltete
25-09-2015 Impresionante tu historia, querida Gladys. Muy bien llevada, amena y con un buen final. Te abrazo mientras te felicito! MujerDiosa
14-08-2015 Otro relato de excelencia para tu colección, posees una narrativa exquisita y tus temáticas siempre me resultan interesantes y creativas. Te abrazo con cariño. gsap
10-08-2015 Espléndida historia... !!!********** pintorezco
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