El Cenizo amaneció encabronado. ¿Qué estoy diciendo? Estaba ere emputadísimo. No lo habían invitado a desayunar con el Rey Felipe VI y la Reina Letizia. Él estaría más que encantado de llevar a sus majestades a dar un paseo por la alameda o en el parque de la Sierra de Álica, mientras mordizqueaban una paleta de sandia de La Michoacana, Sus anheladas esperanzas de que apareciera su foto paseando con la pareja real en ¡Hola! y en todos los noticieros de aquí y allá. ¿Cuántos años deberán de pasar para que vuelvan a tierras americanas sus majestades? Cerró los ojos y pudo escuchar los trinos de los pájaros. ¡Qué poca! ¡Ah, pero hay un Dios! Sus aspiraciones a trascender se esfumaron...¡Puuuuuf!