ESTAR ENAMORADO

El amor. El estar enamorado. Qué envidia se genera alrededor. El enamorado va con una sonrisa por la calle. El enamorado espera con ansias el momento de volver a verla, de sentirla, de enredar piernas debajo de las sábanas. El enamorado se enamora cada segundo un poco más de las caricias en el cuello, de los masajes en la espalda, del café calentito mientras mira una película. El enamorado agiganta la imagen de su mujer cada vez que ella se toca el pelo, seduciéndolo, mientras lo mira por encima del hombro, con ganas de hacer el amor. El enamorado mira, observa, y seguramente no desee otras pieles. Bueno, siempre y cuando, este amor sea correspondido.
Pero, el enamorado cuyo puente del amor carece de un lado también tiene sentimientos de felicidad. Tal vez, sean menos y no sean constantes. Pero que ese amor no se corresponda lo mantiene vivo. Que ese amor no se corresponda lo tiene pensando en ella; deseándola; esperando por verla; y anhelando que, de una vez por todas, se den calor en la fría Buenos Aires. El enamorado se ríe cuando ella le manda un mensaje.
Sí, es lindo estar enamorado y compartir ese amor con ella. Es hermoso. Pero, vamos, no me podés negar que también es lindo estar enamorado y que ese amor no se corresponda. Al menos un par de semanas, para sentir esa ansiedad de la primera vez.
Podés decir que estás yendo a jugar al fútbol. Podés decir que estás leyendo un libro. Podés decir que estás compartiendo un asado con amigos. Pero no podés decir que te estás enamorando. Te aseguro que, si pensás que te estás enamorando, ya estás enamorado. Porque, por más que seas la persona más discreta y seria o el mejor testigo falso, los ojos van a delatar que estás enamorado. Estar enamorado no se conjuga, no tiene gerundios. Ya estás enamorado.