Hasta entonces la vida había sido como dibujos animados. Se murió el dictador y nos colocaron su mensaje, caramente enmarcado, al lado del primero del Rey. Entrabas al colegio por aquellos días y te topabas con tan egregios personajes y sus postreras palabras, en el caso de Franco, o sus primeras alocuciones, en el caso del Rey. Si hacías una raya entre aquel díptico casi partías la década milimétricamente en dos trozos. Por eso digo que hasta entonces- el lado izquierdo de la raya- lo recuerdo como de dibujos animados pero no por corresponder a la etapa infantil solamente si no porque se nos había inoculado la ideología imperante envuelta en dibujitos en los que el ser supremo era un tío con barba sobre cuya cabeza campaba un triángulo que enmarcaba un ojo escrutador.