Tras ciertas vicisitudes en su vida personal había aparecido en el mundo virtual como cadáver exquisito. Arrastraba, hasta entonces, un solo muerto en la red: el de él mismo.
Antes había tenido otro apodo que como había sido fagocitado por la vorágine cibernética y sus propios errores- bien es verdad- lo dejó de utilizar.
Había que probar fortuna- pensó- y se lanzó de nuevo pero ahora con la verdad: cadáver exquisito. Entró en el chat, lo situó- como la mojama- en el cursos y a esperar acontecimientos. Primero pensó en utilizar "perro" pero recordó de una clase de literatura "cadáver exquisito". Al parecer había salido al azar extraído como bolitas de un premio de lotería por unos poetas vanguardistas y aburridos.
"Perro viejo" se consideraba exquisito. Además concordaba con su pasado y le daba un toque misterioso este nuevo nick adjetivado de tal manera. Pero para su adentro seguía siendo "perro viejo". Había vaciado el Facebook, cerrado el correo electrónico y entrado en el chat como cadáver pero el objetivo era resucitar al perro muerto.
De repente alguien se interesaba por él: venía a la izquierda de la pantalla. Preguntaban si era un cadáver hembra o varón. Respondió que simplemente era un cadáver exquisito.