Hay algo atemporal a todo esto, una cierta clemencia perdida de algún lugar lejano, de algún que otro viaje. Algo distante, seguro, pero también necesario en su proximidad. Una idea, quizás, pero al fin un espíritu, y un vuelo, y un soplo y todo eso que ya sabemos, que se nos hace familiar. La lengua del silencio acurrucada en mi interior, en el tuyo si te acostumbraste a la palabra fácil, mediocre, y a eso lejano que nunca llega.
No ensuciarse con palabras vanas.
Aceptar y abrazar el porvenir.
El entorno y todo lo que se sucede incesantemente.
Las necesidades y sus convicciones, latentes,
y automático como este escribir sin sentido.
Debiera de sentarme mas cerca, así puedo ver mejor.
¿Ver qué?
Algún disfraz viejo, una mascara sobre otra mascara sobre otra mascara y ya van tres. El numero se repite en los cuentos, simboliza lo tradicionalista. O no, simboliza algo oculto; o simplemente personalidades. Metamorfosis continua (¡contigua!) y bastante arraigada, un bichito canasta.
Un bichito canasta (me gustaría introducir en este momento el dibujo de un bichito canasta, ampliado, hecho a mano alzada y con lapices acuarelables de colores.)
¿Qué quiero?
¿Qué hago?
¿Qué construyo?
¿Qué invento?
¿Qué creo?
¿Acaso siento?
¿Juego?
¿Sonrío desiertos de mis labios? ¿Acaso abrazo extraños? ¿Los miro? ¿Los amo? ¿Los deseo? ¿Los extraño? Extraños en mi cara, en mi cuerpo. Querría amarte alguna vez, si no fueras mas que un extraño, a quien extraño. Termina inconcluso este momento, que se sucede eterna y etereamente.
A tientas en lo oscuro, te dibujo apenas con los ojos entre-abiertos.
Quisiera desempolvar este destino, confuso, obtuso, efervescente.
La eterna contienda entre dos penales, esporas... pensares, amares, mares...
Que sea sal sobre tu mar,
que sea piel sobre tu sal,
que sean sombras en la pared, acusando otra realidad de tinieblas
y cuerpos
pero no hay otro fondo, ni realidad mas concreta, aunque podría hablar con un poco mas de conciencia
¿Pero para qué?
Mejor llevo el descontento como algo pasajero, lo que viene y se va como las olas del martes,
la marea, el magnetismo, lo inusual que es eterno
y perfecto,
hermoso como este momento.
Una pergamino de oro, en un río.
No me hables de ser solitario, ni acústico ni mercenario, soy lo que habita en ti.
En tu cerebro, pequeño, chicharra.
Escritura automática modernizada.
¿Hace falta expresar? Dejarme llevar con la esperanza de conseguir esta conexión que nace en mi interior, que me anuda la garganta, pero no, no volvamos a lo mismo, no nos dejemos hundir en esa realidad.
De tantas que hay no puedo dejar de pensar, no puedo dejarme ir, soltarme,
hacerme de colores en el cielo.
Y dirán: en los corazones, colores
y la piel barquitos de papel,
y todo tu ser un ciempiés que corre y va, de aquí para allá,
que come hojitas en un nogal, feliz nuez de poder ser.
Esto y más
esto y canción
y arena y mar.
Esto y juglar.
Respire.
Gracias por el aire, yacía expectante,
y recito versos de reverso.
Relaje mandíbula, deje ser, suelte, deje caer...
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