Una vez más la belleza de este mundo paró su aliento, jugó con su corazón, relleno oquedades de su alma, destruyó y reconstruyó su cabeza, indujo el caos, le trajo reprimidos sentimientos de amor y muchas otras cosas que almacenaba como luminosas estrellas en un cajón desastroso.

Lo mejor de todo era su satisfacción de saber que todo esto no acabaría ahí, pues tarde o temprano todos volvemos a ser asombrados por pequeños milagros que forman lo que denominamos Vida.