A mí me lo ha contado mi compañera Gracia como verdadero y así os lo cuento mordiéndome la lengua para no insultar a nadie y atando mi imaginación en corto para que no aparezca en el relato el resucitado vengador que la historia pide a gritos. Bueno, son las ocho treinta y cinco del último domingo de junio. Estamos en IES Laboral de Cáceres, en la puerta de lo que hasta hace unos días fue el aula de 3ºESO C. Hay un improvisado cartel que reza: TRIBUNAL Nº2. Se está procediendo al llamamiento de los opositores a Profesor de Secundaria de Lengua y Literatura. Hay un silencio sacramental que sólo se rompe por alguna risita nerviosa al escuchar un apellido pintoresco. El presidente se ha metido en su papel y va diciendo los nombres con una dicción pomposa y un volumen excesivo. Si el opositor está, se acerca sumiso con su DNI en la mano y con cierto aire de condenado a muerte. En la puerta uno de los vocales comprueba su identidad. Si el opositor no acude al primer llamamiento, en el grupo de opositores comienza un burbujeo, en el que se cruzan miradas y se busca en vano al ausente. Segundo llamamiento por parte del presidente, no sé si con más pompa, lo que sí es seguro es que con más volumen. Unos segundos de cortesía y tercer y último llamamiento. Los examinantes intentan disimular la alegría que les produce la reducción de competencia. Siguiente nombre. “Gloria Castillo Cifuentes”. Una chica que podía ser perfectamente Gloria se acerca al presidente y le susurra algo al oído. Le cuenta que Gloria era su hermana, que murió hace poco más de un mes por culpa de un cáncer fulminante y que, por favor, no la siga llamando porque ella no va a presentarse. Después de unos acalorados minutos de debate entre el presidente y los vocales. Se oye: “Gloria Castillo Cifuentes”. Unos segundos de cortesía y tercer y último llamamiento: “Gloria Castillo Cifuentes”. La siguiente en la lista es “Natalia Castillo Cifuentes” que sí acude a su primer llamamiento con lágrimas en los ojos. Esa es la historia. Juzgarla con justicia vosotros que podéis, porque mi mente se ofusca planeando sofisticadas venganzas.