Ocho horas mirando un oleo de un tal Mc & company,
y nunca me rendí a venderlo en Sotheby's,
por cien dracmas del Pacifico enmarcadas en papel maché.
Rosón, es un mulato maloliente paseando un perro,
lo esculpió un émulo de Giacometti
en marfil camboyano que trajo de contrabando Sandokan,
lo compre en Montmartre de noche,
y embriagado por un tequila que destiló Pancho Villa.
Resultó ser de tereftalato de polietileno,
envasado en origen y al vacío por un cocalero boliviano
en el verano del dos mil diez.
Mi alma saborea pesquisando galerías de arte moderno,
disfruto del cubismo, del pop art y de la sopa.
Nunca creí en la ambigüedad,
mucho menos en lo evidente del horóscopo chino,
por eso cultivo dichos populares
en un invernadero de la 5th.av, New York, Estados Unidos.
En esta exageración de serme culto,
vestido de frac, polera y zapatillas, recito poemas de Goethe,
Johann Wolfgang, para servirle a usted,
en el cobertizo del otro lado del Mirasol de la Recova,
Posadas al mil, Buenos Aires,
de viernes a domingo, sección trasnoche, entradas a la gorra.
Caballeros de elegante sport. |