Como se ve el Comandante con su puño en alto?
Con su roja mortaja, sudada de soberbia,
recibiendo el culto de una fauna cadavérica?
Se lo ve lleno de blancas sonrisas,
acostado sobre sus altos tacos de lisonjas,
con sus cuencas oscuras vigilando
una revolución post mortem
que avanza del delito a la agresión.
Sigue viva la más numerosa columna vertebral
de una macrocéfala ignorancia,
pero el Comandante está con su puño en alto,
allí, en el afiche que sostiene el temblor de su sucesor,
ese, el de los tegumentos duros,
el de la mollera repetitiva de satánicas reprimendas,
con que envalentona, destilando gritos,
a los desheredados jóvenes de la insurrección,
para que alisten sus escupitajos
defendiendo la dignidad del desabastecimiento,
no sea cosa que al Comandante
se le borre la mímica patriótica en su tumba,
y los vecinos de los vecinos
salgan de su noche, como larvas pululantes,
y a ver que no vive el Comandante,
y la Revolución es una tragedia disfrazada,
con la carne y los huesos,
al heredero espumen en una cazuela de agua hirviente
sumergido en la verdad. |