Preludio
Anzar me lanzo al abismo y vi crecer mis deseos mientras me ahogaba. Me mostró el silencio de la verdad que hiere y que me derrota. Observo la nada y vigilo. Como Athenea parthenos, me limito a observar mientras espero que se disipen las realidades forjadas a fuego, se deshiele el icereberg que nos separa y se narré de nuevo la historia interminable.
Y cansado de observar las espaldas de los triunfadores desconocidos, deshago el camino andado, me enfrento a la imagen más dolorosa y descubro que poseo huellas de la vida que ya pasó. Son mis huellas fruto de la experiencia donde tu nunca estuviste.
Cada herida es una caja de Pandora tatuada sobre mi, y tu no estabas.
En el segundo intento de invadir tu furia roja y tu alma rosada, siento que cada palabra se afila para clavarse en mi almohada. Como en tus verdades, en mis templos también hay carencias, q sin saberlo cubriste con tu mirada.
Hasta las más bellas miradas duermen... Y se apagan.
Poco a poco abandonan mi vida sin previo aviso, algunos callando en silencio y otros despedidos por mi gran talento. No se quien soy, ni que ansío ni a donde voy... Tan sólo se de este momento sutil y silencioso que me envuelve entre tinieblas de Babaria, que me abruma y me hace detestarlo al mismo tiempo.
Muriendo entre las palabras nunca pronunciadas...
Quiero recordar mis vidas pasadas, quiero perderme en el silencio, quiero observar con mis ojos cerrados y escuchar aún sin poder oír. Quiero volar y sentir que mi cuerpo no acaba en mis manos, que mi vida no es sólo mía...
Y se que me miento al decirme que no tengo prisa, me miento al creer que no ansío que vuelva el ayer, con sus eternas promesas llenas de sonrisas y sueños por cumplir.
Mentiras amargas que me delatan.
Es esta sensación la que me hace sentir mayor, es ese deseo el que me obliga a mirarme al espejo buscando las heridas de mi piel, las heridas de mi alma, escritas en mi sangre, a fuego y para siempre, lamentablemente.
Sangre sin derramar que también me traiciona y me ata, me amordaza y me apuñala.
Pero ya no me importa, quizás mañana cobre importancia. Ahora quiero hablarme sinceramente, tirar el lastre de mis espaldas y caer al vacío, sin miedos, con esperanza. Que sirvan mis letras de conjuros y visiones del mañana. Me desnudo, me entrego, me abandono... Deseando volver a volver donde ayer no hacían falta las palabras. |