I
Existen muchas versiones. Algunas dicen que era un disfraz, otros que fue invento de la chica, pero en realidad, esas versiones son falsas. Lo sé porque estuve allí.
Era un día triste, acababa de fallecer hace poco un chico de la preparatoria Wellington. Una escuela común y corriente, con gente común y corriente, salvo un estudiante llamado William Scott. Era un tipo al que nadie se le acercaba, ya que por alguna razón inspiraba temor. Sin embargo, entre todos los estudiantes, había una persona que no le temía. Se trataba de una joven, la cual inclusive estaba enamorada de él. Simplemente no podía explicarse porqué le temían.
Un día mientras se encontraba William en el comedor, la joven Caroline no pudo evitar sonreír mientra sólo miraba desde su meza. A lo cual, el joven se percató instantáneamente. En ese momento, el chico se paro de su solitaria meza, y mientas caminaba hacia la joven, todos lo miraban con temor. El joven William, simplemente los ignoró e invitó a la chica a salir. Caroline entusiasmada no pudo evitar darle el sí rápidamente, pero no sin antes hacerle la sugerencia de que fuera una cita doble, para llevar a su amiga Isabelle. El joven aceptó. Talvez no debió hacerlo...
II
Primer día de vacaciones de verano, y por si fuera poco; una cita doble con el chico de último grado, del cual había estado enamorada desde que entró a la escuela. Definitivamente era un gran día para Caroline. Su único problema era no saber como arreglarse para ese día. Después de unos consejos de su amiga Isablle quien le decía que no era nada importante, Caroline decidió por irse de forma casual.
Exactamente a las 8 pm sonó la puerta de su casa, quien al acudir a esta, se encontró con un ramo de rosas negras sostenidas por su elegante caballero. Isabel se vio perturbada por el color de las rosas, mientas que a Caroline no le importó. En eso, un sujeto alto y canoso se acercó a la puerta. ¡Es mi cita? Preguntó la joven, aunque no muy bella Isabelle. William quien siempre tenía una mirada aterradora, sonrió y dijo: Claro que no. Es el chofer de la limusina. Mi amigo se nos adelantó. Está sentado en la cafetería, esperándonos.
La limusina impresionó mucho a Isabelle quien llevó jalando a Caroline para subirse a esta. En el camino, William, quien insistía en que lo llamaran con el seudónimo de Bill, iba contando divertidas anécdotas y bromeando todo el tiempo. Era una persona totalmente distinta a la que todos creían que era. En el camino les contaba sobre sus esculturas de cera, su colección de llaveros y sus marionetas. Al parecer, era un virtuoso concertista y ventrílocuo. Mientras afirmaba que muy pronto las llevaría a ver uno de sus espectáculos con una de sus marionetas, fue interrumpido por Isabelle, quien le preguntó el porqué todos le temían. Pero antes de que diera respuesta, Caroline reprendió a Isabelle por imprudente y la limusina llegó a su destino.
Al llegar a la cafetería sólo se podía observar al dueño con una cara de terror y aun joven con gafas oscuras sentado en la mesa de la orilla.
Chicas, les presento a Edward, un buen amigo. Fueron las palabras de William. El tipo era algo raro, bastante callado y de test muy blanca. También usaba un tipo de crema rara que le daba un brillo algo extraño.
A lo largo de la cita, Caroline y William se conocieron aún más, mientras que Isabelle quedó fascinada con Edward. Era muy callado pero todo lo que salía de su boca la cautivaba. El único defecto que pudo encontrar en él fue que usaba gafas de sol en la noche. Al terminar la cita, Isabelle no dejaba de hablar de la misteriosa personalidad de Edward y de que quería verlo de nuevo.
III
Dos días después, Caroline e Isabelle se encontraban camino al panteón, ya que no habían asistido al funeral del chico fallecido de la escuela y querían dar unas oraciones por él. Realmente no lo conocían, ni sabían como había muerto ya que había salido sin permiso de la escuela el día que falleció, y por alguna extraña razón nadie decía la causa de su fallecimiento. Pero Caroline era de buen corazón y el no conocerlo no impediría rezar por un compañero de la misma escuela, que se había adelantado. Una vez estando a una cuadra del panteón, Carolina recibió una llamada. La llamada era de William Scott quien le comunicaba que tendría que salir de la ciudad, pero que no se entristeciera, pues no sería un adiós. Diciéndole así mismo que esperara la noche en que fuera a su casa, subiera al balcón y la visitara bajo la luz de la luna, con un bello regalo para ella. Caroline para bien de su amiga, mencionó que también se llevara a Edward para Isabelle. Edward se queda - Contestó William .- Pero seguro lo llevaré conmigo el día que vuelva. Antes de colgar, Caroline aprovechó para preguntarle algo que le intrigaba. ¿Cómo falleció el chico de la escuela? William le dijo que había querido delatar un asesinato previo y el asesino lo mató. Con eso Caroline entendió porque nadie decía nada. Poco después de colgar escuchó un grito. Al voltear vio a su amiga junto a una multitud quienes miraban con horror hacia el centro. Al acercarse más, Caroline pudo ver el ataúd del fallecido estudiante encima de la profanada tumba, en el cual se encontraba recargado un cuerpo con sonrisa arcaica y sin vida. Ese cuerpo era el cadáver del estudiante, ese cuerpo era Edward.
Tal vez se preguntaran, en que momento estuve en la historia. Mi nombre es Thomas Brown y yo atendía la cafetería la noche de la cita. No dije nada puesto que William me prometió una cantidad bastante considerable a cambio de mi silencio. Aunque realmente no fue la cantidad la que ganó mi silencio, sino el temor a estar en silencio por siempre. William se retiró sin antes pagarme, ya que hubo una denuncia en su contra y tuvo que salir rápidamente. Sin embargo, ese mismo día, recibí un mensaje de un número privado, el cual decía que algún día me pagaría por haberle proporcionado un escenario y haber cuidado de su "marioneta" mientras traía al público. No debí de haberle aceptado su paga. El nombre del sujeto, supuesta-mente "anónimo", que lo denunció ahora está escrito en una tumba. No sé como, donde ni cuando me visitará. Lo único que me consuela, es saber que no soy Caroline. |