Supero el miedo y se avalancho,
Sobre desconcertantes miradas
Sobre los mares de plata
La llovizna del terror
Caía, caía sublime,
Segura e inexorable
Los latidos como un tambor
Resonando mientras
El empetrolado cielo se resquebrajaba
Y en la tierra, las manos ocultaban los rostros
Desfigurados por el espanto
Porque este espanto
no era tan solo el miedo
Era todo, absolutamente todo
Era la suciedad del mundo
Y creyendo ingenuamente
Que este desborde de negrura
Rozaría los corazones
Apaciguando la caldera de las dudas
Le di el pecho a este canto disonante
A este demonio que es la muerte
A este fin del mundo de mi mundo
Me quede enredado en el silencio
Pues ya el sonido no existía
Ni la miseria de la descompostura
Ni el corrupto acto de vivir
Ningún peso sobre los hombros
Ningún beso como cicatriz
Ninguna cicatriz de vida
Ningún sufrir
Ningún anhelar
Ningún amar
La nada misma me dio la bienvenida.
Texto agregado el 19-06-2015, y leído por 190
visitantes. (4 votos)
Lectores Opinan
19-06-2015
No necesita más puntos ni tiene demasiadas mayúsculas. Está perfecto así, como siempre. 5* jdp