El ruido en la ventana fue tan fuerte que Natalia se despertó sobresaltada. Frente a ella había una cruz colgada en la pared que ni bien la vio pegó un grito ensordecedor. La cruz se cayó y cuando la agarró su mano ardió en llamas. Abrió la puerta y se dirigió al baño, colocó su mano bajo la canilla y sentir el agua la alivió. No recordaba haber puesto una cruz en la pared. De pequeña descreía de la religión, de adolescente se volvió escéptica.
Pensó que tal vez fueron sus padres los que colocaron la cruz ya que ellos si eran severamente religiosos. Habían ido a cenar y le avisaron que llegarían muy tarde. Natalia tenía otros planes, organizaba una fiesta en el bosque y ella iría con sus amigos a pasarla bien.
Su amiga Camila no tardaría en llegar, aunque solía llegar tarde. Se sentó a navegar por internet las páginas de ocio que conocía, escuchó algunas canciones heavy las cuales nunca recordaba sus nombres, se fumó un cigarro y fue a la cocina a comer pollo. Terminada la cena, y ya en el living vio sobre la mesa un lápiz. Aburrida, no sabía cómo matar el tiempo, y su amiga aún no llegaba, así que agarró el lápiz y escribió lo primero que cruzó por su mente: te quiero Cami. Soy la mejor. Que linda es mi Betty (su perrita) en un pedazo de papel.
En otra hoja de papel, escribió un sí y al lado un no, y debajo un no y a la derecha un sí, y luego trazó una línea vertical y una horizontal, agarró otro lápiz y los puso uno sobre el otro, como una autómata, no sabía porque hacía eso, aunque lo hacía. Con una sonrisa, dijo: bueno, ahora voy a llamar a Camila que aún no llegó: ¿Camila vas a venir? ¿Camila estas aquí? Y volvió a sonreír. Mmm, parece que no, a ver...mm… ya sé… Charlie…Charlie…Charlie ¿estás aquí? Y el lápiz apuntó al sí… El sorbo de vino que Natalia había bebido no podía estar haciendo eso.
¿Charlie puedes oírme? ¿Charlie puedes oírme? ¿Charlie puedes oírme? Pero Charlie no respondía o tal vez era sordo. ¿Charlie eres del más allá? Sí. ¿Charlie estás aquí? Si… ¿Charlie te llamas Charlie? … no respondió. ¿Charlie eres Charlie? Y tampoco respondió.
Tocaron el timbre. Era su amiga Camila vestida como modelo. ¿Qué haces? Le preguntó y ella tan feliz como siempre, y con voz suave, le dijo que tonteaba con un juego inofensivo cuyo lápiz se movía a causa del viento que entraba por la ventana. Su amiga le advirtió que de ningún modo era un juego inofensivo, y le contó una historia, una amiga suya lo jugó con su amigo y el espíritu los persiguió y asustó. Natalia reía estridente ya que no creía en tales supersticiones que para ella no eran más que leyendas urbanas sin validez científica. Camila, en cambio, si creía en la vida en el más allá y asuntos por el estilo, y siempre se mostraba dispuesta a experimentar cosas nuevas sin importarle el riesgo. ¿Sabes que se me ocurre Natalia? Ya que a ti y a mí nos gusta el heavy metal… y como te veo jugando a esto… Dime Camila…
-Podemos jugarlo de una manera diferente…crear un ambiente diferente…
-Explícate…
-Sí, podemos poner música heavy… no sé…
-Lo que quieras, además tengo música rock, blues, pop, música clásica y ópera.
-¿Sabes que me pasó cuando me desperté?
-¿Qué te pasó?
-Se me cayó una cruz de la pared y cuando la toque sentí mi mano quemarse…
-Ya sé… ¿dónde tienes la cruz?
-¡En mi mano!
-¿Cómo?
-Si mira… Natalia le mostró la cruz tatuada en su mano.
-Sé de personas muy religiosas que han padecido estigmas…
-Ojalá yo fuera muy religiosa…
-O te lo has hecho tú misma…
-No, ¿no me crees?
-Sí, te creo.
-La cruz que me provocó el daño está tirada en el piso de mi habitación… -¡Vamos a hacerlo a tu habitación!
Ambas fueron a la pieza. Camila recogió la cruz y dijo: ok, la pondremos dada vuelta en la pared. Natalia se comía las uñas y la miraba enarcando las cejas. ¿Es que tienes miedo Natalia? –le preguntó Camila. No, yo no creo en supersticiones, ya sabes… ¿pero qué quieres hacer?
-¿Has hablado con Charlie?
-Parece que es mudo…ya te dije… fue el viento…
-Así funcionará. Pondré esta cruz dada vuelta en la pared… trae dos velas… Natalia trajo dos velas, y Camila las colocó a ambos lados del papel. ¿Te molesta si fumo? No… fuma lo que quieras… jaja… no, ambas fumaremos. Bueno está bien. Es parte del ritual. Nos ayudará a conectar con nuestra esencia del yo interno. Espérame ya regreso… ¿a dónde vas? Al tocador. Ok. ¿Te pondrás guapa para Charlie? Camila regresó y dijo: ya está todo listo, comencemos… ah no, falta algo… ¿Qué? preguntó Natalia. Camila introdujo su mano derecha en el bolsillo de su campera y sacó un pequeño roedor al que tenía colgado de la cola. De su otro bolsillo sacó rápidamente una navaja y le cortó la cabeza. La sangre pintó de rojo el papel transformándolo en un cuadro surrealista. ¿Qué haces? ¿Te volviste loca? ¡Es mi hámster! Gritó Natalia enojada… No te alteres, ya lo hice… no es más que un roedor… ok me comprarás uno nuevo dijo Natalia, igual no me gustaba mucho. Está bien, no te preocupes, ya ahora si podemos comenzar. Natalia pregunta vos -dijo Camila con semblante serio. ¿Qué pregunto? Pregúntale a Charlie si está y quiere jugar con nosotras….
¿Charlie Charlie estás aquí? ¿Quieres jugar con nosotras? No pasa nada -dijo Natalia. Esperemos -dijo Camila… Luego de cinco minutos Natalia volvió a preguntar: ¿Charlie estás aquí? ¿Charlie estás aquí? Pero era en vano, el lápiz no se movía, pasaron largos minutos, mientras lo llamaban, le pedían una señal, y Charlie no respondía. Natalia dijo: esta patraña no funciona, es mentira, Charlie no existe. Mejor vámonos que ya es tarde. Si vamos -dijo Camila, seguro la fiesta ya empezó, me dijiste a las doce y son doce y cuarto. Si quizá haya comenzado. Voy al baño a maquillarme ¿ok? –dijo Camila. Ok apúrate que yo también tengo que ir –respondió Natalia. Le pegó al interruptor de la luz y apoyó su trasero en la silla. Sus ojos verdes miraban fijamente los lápices cuando comenzaron a girar como la hélice de un helicóptero. Ella no daba crédito a lo que sus ojos veían. Uno de los lápices salió volando y pegó en la blusa de su amiga. ¿Qué haces? Dijo Camila. Te juro que yo no fui –dijo Natalia. Jaja…seguro fue Charlie ¿no? Muy graciosa, apúrate o llegaremos tarde. Natalia fue al baño y Camila recogió el lápiz con una sonrisa y lo apoyó en la mesa. Puso heavy metal en el home theatre y tarareó al ritmo de la música.
Diez minutos después apareció en la puerta Natalia asustando a Camila que muy concentrada en lo suyo ni la escuchó, además porque la miraba con unos ojos prestados que no parecían sus ojos, y esa manera, tan extraña, tan inquisitiva, como si sus ojos miraran un punto invisible en su frente, a la vez que permanecía parada y quieta. ¿Vamos Natalia? Y Natalia no emitía palabra. ¿Qué te pasa Natalia? Y Natalia no decía nada… Camila encaró hacia la puerta y Natalia la siguió en silencio… ¿No vas a decir nada? Le preguntó Camila a Natalia, ya que habían caminado tres cuadras y Natalia caminaba en silencio como una zombi muda. De repente, Natalia rompió el silencio: Será una fiesta muy divertida, inolvidable. ¿Has tomado algo? Tu voz está rara –dijo Camila. La voz de Natalia sonó cavernosa.
El bosque no quedaba muy lejos de la casa de Natalia, irían en coche, así que primero pasarían por la casa de Camila que quedaba a unas siete cuadras, como el coche era de su padre, debía esperar a que se duerma para poder tomarlo prestado. Estoy pensando en comprarme mi propio coche… aunque me gusta mucho el de mi papi –dijo Camila. Y Natalia caminaba mirando a la nada, con su vista fija al frente. Ok para -dijo Camila, ¿vas a animarte y hablar un poco más o estarás así toda la noche? Natalia la miró y sonrió falsamente. ¿Esto es por lo de tu hámster no? Ok disculpa…bien ya llegamos –dijo Camila, espérame ya vuelvo. Entró a su casa, salió con la llave del coche, abrió la puerta, Natalia se subió del lado del acompañante y arrancó.
Minutos después… hemos llegado, baja -dijo Camila.
Natalia bajó y se paró frente a las luces del coche. Camila se agachó para buscar una petaca de licor de menta que escondió en la guantera. Cuando subió la cabeza y miró por encima del volante, se dio cuenta que Natalia se había evaporado. Bajó del coche y la llamó. ¡Natalia! No es gracioso…¿Dónde estás? Pero Natalia no respondía ni aparecía, sin señales de vida. Escuchó un ruido entre los árboles… y se acercó… ¡quieres jugar a las escondidas yo te encontraré! Y ve que era una alimaña…se da vuelta y ve de frente el rostro de Natalia con sus ojos más negros que la noche y enseñándole los dientes.
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