Pareció irrumpir en una tarde
rompiendo los umbrales del abismo.
Sus ojos cansinos de tanto vivir
despedían tibios colores.
Discreta, como despreocupada,
se coló sin saberlo
hasta el último gramo
en una tarde de abril.
Desde allí, sus pinceladas
anunciaron la fiesta
del vivir y otras ciencias.
Entonces se encendió la llama
que parecía extinguida.
Texto agregado el 17-06-2015, y leído por 142
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