Se detuvo al borde de un sendero
no para pensar mejor
no para contemplar mejor
el propio sueño.

Había callado la voz que le decía
de andar adelante.

En la tierra no veía belleza
ni utilidad
En sus ojos pálidos
estaban ausentes
las flores silvestres
con sus miles de matices,
contentas entre las hierbas
y las piedras claras.

Aún era joven
entonces esos momentos
duraban poco.
De nuevo vagaba sobre la tierra
pasando de las sombras a la luz,
de la luz a las sombras.
Indiferentemente.