Robert y Sara se habían sentado debajo del frondoso árbol. El sol se deslizaba sobre las hojas, proyectando una agradable sombra. Eran dos almas solitarias en una inmensa pradera.
Alguien los asechaba desde la copa de los árboles. Se acerco lentamente, con mucho sigilo. Vio que la pareja discutía, aunque no podía oír el motivo.
No lo dudó, tomó de inmediato su arco y monto una flecha. Estiro la cuerda con firmeza y cuando tuvo a Robert en la mira, la lanzó, impactando directamente en el corazón. Inmediatamente, cargó otra y se la asestó a ella.
Al terminar, se dijo: “¡Nuevamente Cupido ha triunfado!”, mientras observada satisfecho como esa pareja había cambiado de actitud y las caricias proliferaban. El amor penetró en sus corazones, como un flechazo.
***
Este es mi trabajo desde que el mundo fue creado. Mi misión es despertar el amor en el ser humano. No es tarea sencilla. Todos los días debo luchar contra sus miedos, angustias, celos, odio.
Lo más difícil para mi es encontrar las almas apropiadas para unirlas en el amor. Recuerdo muy bien el caso de Peter y Karen, porque me cambió para siempre.
El era un chico atractivo, esbelto, con pelo muy lacio y renegrido, que contrastaba perfectamente con sus profundos ojos celestes. Por cierto, muy sensible en sus sentimientos. Era el hombre ideal para ella, una joven rubia con ojos color miel, apasionada por la poseía y las novelas románticas.
El vivía en la zona norte de la ciudad de New York y ella en el sur. Debía lograr que se encontraran. ¿ Como hacerlo ?. No miento cuando digo que mi trabajo no es sencillo.
El periódico publico una noticia sobre un concurso de poseía organizado por la fundación Walt Whitman ubicado en la Quinta Avenida. Peter era uno de de los encargados de la seguridad del lugar. ¡Esta era mi oportunidad de provocar el encuentro y hacer mi trabajo!.
Karen se levantó temprano de la cama, como todos los días. Se aprestó a desayunar y luego ir a su trabajo de medio tiempo en la Cafetería Charly´Coffee. No solía leer el periódico; fue mi primer obstáculo. Entonces, deslice uno por debajo de su puerta, pero ella no le prestó atención, pensó que por error le había llegado a su hogar.
Tuve que esforzarme más en mi empeño. Mientras bajaba de las escaleras de su apartamento encontró a su amiga Elizabet, quien le informó de ese concurso que había leído en el periódico. Ella se entusiasmó y prometió ir. ¡Bien!, no pude contener el grito de alegría. Parecía que las cosas se estaban encaminando.
Después de una semana, había llegado el día. Peter estaba en el lugar trabajando como guardia de seguridad. Todo el escenario estaba preparado. Nada me podía salir mal.
Karen entró en el salón, había otras chicas con sus papeles de trabajo. El lugar estaba abarrotado de gente y bullicio. Peter caminaba por el recinto, con sus ojos de lince, custodiando todo. No había visto todavía a Karen. Comencé a preocuparme por no lograr mi cometido estando tan cerca.
Peter, de pronto, se percató de ella, ya que era muy atractiva. Comenzó a acercarse para intentar entablar una conversación y ver si podía iniciar algo.
¡El milagro se había producido! Tome el arco, monte mi flecha y le enceste en el corazón a Peter. Solo me faltaba Karen.
Volví a cargar el arco y lance la flecha. En ese mismo instante, Peter ve a otra chica, llamada Allison, también muy bonita, que estaba siendo victima de un robo. Un hombre intentaba sustraerle dinero de su cartera. Corrió ágilmente a impedir el delito. En el camino, intercepto involuntariamente con su cuerpo la flecha destinada a Karen, desviándola hacia Allison. Con impunidad perforó el músculo cardíaco de la joven, mientras él estaba sujetando al malhechor.
Los ojos de Allison se transformaron; comenzaron a brillar intensamente al ver a su héroe. Los dos se enamoraron perdidamente. Ahora viven en San Francisco, con dos hermosos hijos.
Quede con un sabor agridulce en mi paladar por haber fracasado en mi cometido. Luego pensé más profundamente en lo sucedido y comprendí algo muy importante: Nadie tiene derecho a elegir por otros. Ni siquiera yo. El amor es libre e impredecible; cada ser humano debe lanzarse a su búsqueda, con todos los sinsabores que ello puede traerle.
Desde ese día, deje que las almas se encuentren unas a otras, en sus “azarosos destinos”. Solo uso mi arco y flecha para consolidar el amor que ellos mismos han ganado.
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