Arma blanca.
-Maldita Curiosidad, por qué tuve que estar ahí. Pobre hombre por qué el ensañamiento, por qué matarlo de esa manera. Espero no me haya visto. ¿Y si me siguió y si quisiera matarme también a mí?- Susurra Juan Méndez, mientras espía entre las cortinas por la ventana con la luz apagada. Estuvo allí hasta entrada la madrugada. Tengo el corazón latiendo a mil, las piernas temblorosas, no se qué hacer me dijo
-Debiste haber llamado a la policía.
-Para qué armar semejante revuelo, tener que declarar, tener que cerrar la tienda, perder tiempo y dinero además si lo hiciera quedaría manifestado que observe la masacre, no hay otra forma de definir lo que sucedió, una masacre, que poca humanidad, todavía recuerdo la mirada de piedad del muerto, porque seguramente debe estarlo. Entraba y salía el cuchillo. Y si llamara a la policía posteriormente mi nombre aparecería por todos los medios y me vendría a buscar no lo dudo.
- ¿Pudiste ver su rostro?
- Estaba de espaldas, solo pude ver su silueta, la luz del alumbrado de la esquina alumbraba de frente a la victima, como si fuera el actor principal de la obra y el hijo de puta lo tenia de rodillas. Con la mano derecha sostenía el hombro y con la izquierda hundía el cuchillo en el pecho del pobre tipo.
No se hubiera dado cuenta que yo estaba del otro lado de la calle, detrás del muro, si el hombre de rodillas… ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?.
- ¿Qué hizo?
Solo allí Juan volteo para mirarme con la voz entrecortada y al borde del llanto. Siempre fue muy serio y pocas veces demostraba su afecto. Contuvo las lágrimas y con un suspiro tragó el nudo en la garganta.
- Giro la cabeza y me miro, extendió sus manos queriendo tocarme a la distancia, me pedía ayuda, gritaba socorro con sus ojos.
Fue cuando el asesino se dio vuelta y me vio. Tuve miedo y corrí, no lo ayude, no sabía que hacer. Vos me conoces, sabes que no se pelear, tuve miedo de morir. Lo peor es que sigo teniendo miedo, todavía tengo miedo a morir.
-No tienes la culpa de nada, hiciste bien, ese hombre ya tenía el destino marcado, hiciste bien Juan. Pero aun insisto en que debías haber llamado a la policía, tal vez ya estaría preso y vos tranquilo y nos estaríamos ahorrando este momento.
- Eso solo pasa en las películas, no confío en ellos, y si fuera así, si realmente lograsen atraparlo, lo harían después de varios días, los suficientes como para que me encuentre. Tengo la esperanza de que no me haya seguido. Corrí fuerte muy fuerte. Creo que él ni siquiera se molesto en perseguirme. La calle estaba tan vacía que solo retumbaban mis pasos.
- Quédate tranquilo, no te habrá seguido, no debe saber nada de vos, me quedaré aquí hasta que te calmes. Pero salí de la ventana, sentate en el sillón, voy a hacer un mate.
Juan pareció razonar por un momento y me hizo caso, se sentó y por fin se relajo un poco.
- Contame un poco más del asesino ¿Llegaste a ver como era, la ropa que tenia, era gordo, era flaco, cómo era?
- ¿Qué, sos detective ahora vos?
Me dijo sonriente, lo veía mucho más distendido
- Su rostro como te comente no alcance a verlo pero parecía un tipo común, ni gordo ni flaco, como de nuestra edad. Llevaba un jeans y una camisa blanca. También alcancé a distinguir que tenia unas zapatillas deportivas pero no recuerdo mucho más.
Yo mientras lo escuchaba tome el primer sorbo de mate y lo miraba desde la cocina. Por un instante se quedo callado, mirando la televisión que estaba apagada. Ambos nos vimos en el monitor oscuro.
Juan se había dado cuenta pero quedo helado. A mi no me quedo otra que acercarme por detrás y con un cuchillo cortarle el cuello, creo que me había reconocido.
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