¡No!, no te deje de amar, es sólo este maldito orgullo que no quiere dar su brazo a torcer, es el maléfico cerebro cuestiona, son las nefastas verdades que insisten que aparecen las que no me dejan doblegarme, gritar que te amo con locura, que eres quién me agobia de solo imaginarte con alguien más.
¡No!, tampoco te he olvidado, pues mis labios aún en las noches pronuncian como letanía incansable tu nombre, mi corazón en cada latido pregunta por ti, y mis manos aún se extienden en la búsqueda constante de las tuyas...
¿De verdad piensas que te odio?, si no hago más que buscar la forma saber de ti, ayudarte, hacerte comprender que ninguna en este Universo podrá ofrecerte lo que yo...
Estoy jugando un duelo conmigo misma, entre el deber y el querer, entre lo paradójico de mi vida a tu lado, en la imposibilidad de alguna vez estar juntos, acepte tu presencia cargada de ausencia, acepte tus palabras de amor, huecas de todo sentimiento, acepte que no cambiaras y yo tampoco lo haré... Acepte el reto de conocerte y descubrí lo que siempre sospeche, un ser hermosamente egoísta, soberbio y manipulador...
Sé que no comprendes, y que debo comprender por los dos... Solo puedo decirte que acepte ser ese NADIE que a veces te sumerge en los silencios y muy a tu propio pesar deseas volver a tener y tú eres ese NADA que provoca mis tristezas y en ocasiones me roba un suspiro que denota la añoranza que tengo por tus labios...
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