Los seres de almas vagabundas,
llevan todas sus ventanas abiertas,
una camisa rayada flotando al viento,
dejan descolgadas todas la virtudes
y no tienen miedo al maléfico que dirán.
Invitan a despojarse de falsas culturas,
a pintarrajearse el pelo de azul eléctrico,
elegir cada paso con los ojos cerrados,
amanecer como nuevos en las mañanas
y practicar la religión de las ternuras.
Por naturaleza son anti lo que ocurra,
tienen algunas señales de suave locura,
recelan seriamente de lo que es violento,
tienen un pluma perdida en los bolsillos
y una carta póstuma escrita en la luna.
En cajeros automáticos ponen corazones
y besan ardientes unos labios de papel.
Son inalcanzables seres multidisciplinarios,
atrapados dentro de un mundo cardinal,
dueños de temporales de gelatina y miel,
ladrones de oportunas abstracciones,
sin sonidos, sin coloración y sin títulos.
Felices de ser los dueños de casi todo
aun no teniendo nada entre su manos.