OLIVER
Oliver es el perrito que por empleo me toca vigilar y acompañar. Según mi jefe, mis obligaciones son : su esposa, OLIVER y por último él.
Entonces tomando al pie de la letra, esas obligaciones laborales, me encomendo a mi jefa, al pequeño y finalmente a mi jefe.
La característica fundamental de Oliver es su rebeldía, no sabe quedarse quieto, está en su "personalidad " de cane. Siempre perjudica el silencio, siempre alza las piernas para orinar por doquier, siempre despierta a mi jefa, siempre desea fornicar, fornicar, fornicar.
Si no es un brazo inesperado, es una pierna distraída, si no es una pierna inmóvil, es una almohada desprotegida, si no es la maleta, es tal vez el cuadernos de apuntes, es un fornicador por excelencia. Lamentablemente mi jefe no ha decidido acopiarlo o cruzarlo.
Lo gracioso de este personaje es que no respeta ni a su jefa, mujer enferma pero vital, mujer con un ictus pero severa, que en medio de su imposibilidad de comunicación, lanza un grito, cuando OLIVER intenta coger una pierna quieta por un daño cerebral.
OLIVER también es compañía, es delincuencia, es bulla, es alegría. Es necesidad, pero sin querer silencio.
La otra tarde le cortaron el pelo, era otro, al principio parecía un peluche afelpado, hoy es un señorón serio con ganas de saltar, de ladrar, de brincar, de arañar, de despertar, de hurgar.
No sé si es la compañía pefecta de mis ancianos jefes o una carga pesada, ya que es vez de caminar a paso lento al momento del paseo diurno como un caballo adestrado, es un fulmine , un carro ferrari en plena competición.
OLIVER agrapa mi sensibilidad y desde ya, es mi un mejor amigo.
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