La vida la dejó encerrada, llena de informaciones, noticias radiales, de tv y de prensa escrita, llena de vidas ajenas, conflictos nacionales e internacionales, llena de publicidad y tareas domésticas. Encerrada en lo cotidiano, encerrada en la vida cumplida, en las tareas de esposa, en la rutina del sexo, en el hogar, en la vida de los hijos que se fueron y los nietos medio extraños. Encerrada en los tejidos, bordados, pinturas, manualidades y jardinería. Hasta que el perro pide salir a pasear y desde sus ojitos, su cola que se mueve, su naríz fria y sus orejas atentas, rompe el encierro y sale corriendo por la puerta, mientras la mujer vuela a la calle y respira presente. No por eso deja de estar encerrada. |