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Polichi fue un grandísimo payaso;
Pero no crean que usé un peyorativo. Polichi era el principal y más grande payaso en el mejor sentido de la palabra, que ningún circo, programa de televisión o sala de teatro hubiera visto durante toda la extensa historia del espectáculo.

Siendo esto la más pura verdad, y Policarpo tan excelente persona, nadie llega a explicarse como cometió tan atroz crimen, que aún hoy en día sigue comentándose en los principales y más bohemios círculos del arte.

Bien es cierto – como todos aquellos que conocemos la vida algo más intima de Policarpo Childraw – que destacó desde bien infante, siendo ampliamente conocido por sus gracias y chistes prácticamente desde el jardín de infancia. Unas veces sus burlas a los compañeros - que incluso podrían reconocerse como travesuras - los chascarrillos que se le ocurrían de los profesores y las actuaciones que se inventaba sobre la marcha en el patio del recreo le llevó a ganarse desde tan joven una merecida fama de tipo simpático y gracioso a más no poder, de modo que hasta cuando se excedía con alguien en sus bromas este se sentía tan agradecido por el hecho de ser él el centro de la gracia que absolutamente todo se le perdonaba. Sus bromas eran épicas y recordadas hasta la saciedad allí por donde pasara.

Como es de suponer, empleó su tiempo de adolescente en estudiar artes escénicas, teatro y manualidades hasta el grado de ingeniería, parte muy importante en lo que fueron posteriormente sus elaborados espectáculos, ya que utilizaba tanto la técnica como la tecnología que hubiera a su alcance para el propósito brillante de su actuación.
A la edad de 22 años el mundo entero ya caía rendido a sus pies con sus ingenios y ocurrencias. No había palabra que saliera de su boca que, dicha por él, no terminara por rajar de risa a quien tuviera el honor de escucharle en ese momento.

Una de sus ideas más celebradas fue cuando dedicó gran parte del dinero que acumulaba, gracias a tantísimo espectáculo, en investigar artificios que le ayudaran a potenciar su vis cómica, cosa esta a la que se dedicó vehementemente.
Inventó primeramente unos pequeños artilugios que se implantó bajo los ojos y que según la intensidad del sentimiento que sintiera, fuera este de alegría, asombro, tristeza u otros más, podían hacerlo llorar espectacularmente con verdaderos ríos de lágrimas que se proyectaban a muchos centímetros de su rostro y que encharcaban rápidamente el suelo, haciendo de este modo que las caídas por resbalones que luego se producían fueran aún más enfáticas y creíbles.
La gente se mondaba con aquella famosa escena en la que viendo como florecía una flor de una sola noche (invento del mismo Policarpo) sus lágrimas de emoción empapaban de tal modo el pavimento del escenario que los desplomes eran tan inevitables como divertidos.
Se llegó a contar, en un buen día, que cayó al suelo en esta misma escena hasta 72 veces, teniendo que desalojarse a varios espectadores con ataques de risa tan desternillantes que incluso se temió por la salud de estas personas.
Muy a pesar de Policarpo, que se tomó bien en serio esta circunstancia, en los diarios del día siguiente al espectáculo solo se hablaban alabanzas de él, quedando el suceso de las victimas como una mera anécdota; Incluso los perjudicados, entrevistados en el hospital mientras se recuperaban, no podían dejar de mencionar entre pequeñas sonrisas de dolor que habían sido testigos del mejor espectáculo del mundo, aunque en ello se les pudiera haber ido la vida.

Siendo las cosas de este modo, y para evitar posibles males mayores, Polichi se decidió a avisar, por medio de un cartel rotulado en aquellas salas donde actuara, que su espectáculo no era apto para sensibles y gente con cosquillas o propensos a la risa fácil o rápida, incluyendo de paso también a algunos galenos de guardia infiltrados en la sala, por si las moscas;
De modo que se llegó al la absurda situación de que había que traspasar las entradas de los teatros donde actuara el cómico salvando unos filtros vigilados severamente por grandes porteros con cara de pocos amigos, y que separaban de modo poco ortodoxo a todos aquellos que en las colas exhibían sonrisas o se mostraban en exceso risueños, denegándoles el acceso al interior.
Era muy curioso de observar, por los transeúntes que casualmente paseaban cerca de los teatros donde Polichi actuaba, que absolutamente todas las personas que conformaban las colas para entrar al espectáculo mostraban unos rostros más apropiados para un velatorio que para una actuación cómica.
Pero claro, todos querían ver al gran Polichi.

Posteriormente, siendo ya más maduro, tuvo la ocurrencia de implantarse otros inventos suyos, como los coloretes perpetuos en los mofletes, que según sentimientos también se iluminaban tan rojos como un semáforo, se amplió en muchas tallas la medida de sus verdaderos pies (calzando hasta un 54) y se implantó una cantidad de silicona tan exagerada en los glúteos que pareciera más bien una mujer mayor bien entrada en carnes que el indiscutiblemente genial comediante que lo albergaba. Esto le llevó lógicamente a que le fabricaran ropas a la medida, siendo estas en su total mayoría un despropósito en el vestir y un gag infalible de la comedia.

Lo que muchos ignoraban de Polichi es que este no era en absoluto feliz.

Aquellos tiempos jóvenes en los que él mismo se deleitaba divirtiendo a los demás hacia mucho que habían desaparecido.
Precisamente, por su colosal dedicación y amor a su oficio y siendo el mayor artífice vivo del humor, a Policarpo nadie le hacia la más mínima gracia.

Policarpo hacia años que no disfrutaba de un buen espectáculo cómico ya que nadie podría estar a su estratosférica altura. Toda actuación que visionaba le parecía sosa y desustanciada. Cualquier gag de otros era para él tan previsible que era imposible arrancarle de los labios una verdadera sonrisa (la que siempre lucia, no era más que otra de sus famosas operaciones quirúrgicas que se había realizado unos años antes).

Policarpo Childraw – alias Polichi para el resto del mundo – el que hacia reír y disfrutar a todos sin excepción, era el ser más infeliz sobre la faz de la tierra.

Entre otras tantas cosas, todas aquellas operaciones y artilugios implantados que le proporcionaban ese aspecto tan divertido e indicado para sus actuaciones, le impedían mostrarse atractivo como hombre a cualquier fémina que le interesara; Si bien Policarpo conocía a muchas mujeres que se sentían indudablemente atraídas hasta la extenuación por el payaso, ellas solo divisaban al famoso Polichi con el que se desternillaban de risa hasta caer desmayadas.
Policarpo nunca pudo decir “te quiero” a una mujer que no fuera su madre sin que esta se doblara por las carcajadas.
Incluso dicen, quienes le conocían más familiarmente, que hasta a su madre le costaba aguantarse la risa.

A Policarpo le resultaba imposible mantenerse sereno en cualquier reunión privada con amigos de la infancia, ya que cada palabra suya era aplaudida con palmas, lágrimas de risa y rebuznos jocosos por parte de sus oyentes que celebraban hasta el más mínimo gesto suyo; Aún cuando después de pedirles encarecidamente seriedad para conversar y no conseguirlo tras vehementes peticiones se marchara molesto de la habitación, tropezando y cerrando con un portazo tras de si.
Policarpo oía con desespero tras la puerta a sus contertulios partiéndose en dos por la ocurrente salida.
Desafortunadamente, y debido a los implantes de los ojos, la desesperación era una de aquellas emociones que le hacían lagrimar como un grifo e invariablemente terminaba todas las veladas fregando el suelo y cambiando la ropa de cama recién empapada de su habitación.

Se deduce, por todas aquellas cosas que acontecieron de ese modo durante tantos años, que Policarpo comenzó a convertirse en un ser amargado y rencoroso de todos de los de su especie, ya que ni uno solo le mostró la sensibilidad ni por un momento de separar a la persona del personaje.
Polichi se había “merendado” a Policarpo y él mismo se vaticinó que así seria desgraciadamente para el resto de su vida;

Condenado a hacer felices a los demás mientras él se consumía de tristeza en su interior.

Cuando en un famoso canal de televisión de ámbito nacional se anunció la comparecencia de Polichi, la audiencia marcó un pico nunca conseguido por la cadena y todo el mundo esperaba expectante la aparición estelar del cómico, ya que hacia algunos meses que se hallaba ausente de los teatros según dijeron por problemas de salud.
En el día y la hora de la emisión prácticamente todo el país se sentaba delante del televisor relamiéndose de gusto con la idea de volver a ver al famoso cómico y sus actuaciones indescriptibles.
Pero Policarpo, en el fondo, no pensaba actuar en esa gala.
Él quería dar la noticia más inesperada que podría proceder del mejor cómico, y por ende multimillonario, de todo el mundo.

Así que cuando comenzó la emisión aquel plató en vivo se vino abajo en aplausos mientras se retransmitía la gala a nivel nacional y hasta en 8 países más que conectaron para la ocasión.
El presentador dio paso a la estrella y Polichi se trasladó desde la trasera de los entramados del plató televisivo hasta la silla que le aguardaba en la mesa de invitados, mientras una ensordecedora ovación cerrada y gritos de júbilo lo acompañaba en sus imprevisibles pasos. Con un par de inesperados y renqueantes tropezones, que hicieron las delicias del público, logró acomodarse en el pequeño sillón de invitados lo más dignamente posible que sus desproporcionados glúteos le permitieron.
Aún así, Policarpo tuvo que sentarse de medio lado ya que entero no cabía.
Después de que los regidores pudieran difícilmente acallar notablemente al personal que se divertía solo con ver el aspecto de Polichi, el presentador procedió a hacerle unas preguntas antes de la prevista gala del actor.

- Y bien Polichi, sea bienvenido y como ve, aclamado tras su vuelta. Nos tuvo preocupados tantos meses fuera de la escena y sin saber nada en absoluto de usted. ¿Es cierto que fue debido a problemas severos de salud, o es que nos prepara otras de sus increíbles bromas?

- No fueron problemas de salud. Mis ancianos padres fallecieron en un accidente de tráfico y me retiré a pensar en ellos.

Unas carcajadas sonoras acompañadas de aplausos provenientes del público sorprendieron a Policarpo. ¿En serio también iban a reírse de eso?
El presentador lució una amplia sonrisa y continuó:

- Así que murieron en accidente ¿eh pillin? Permíteme que te tutee Polichi… Es decir, que tus padres mueren y tú te retiras con toda tu pachorra a planear nuevas bromas para sorprendernos. ¡Hay que ver como eres Polichi!

- No. No le permito que me tutee…y le estoy hablando bien en serio - dijo el actor sintiendo que su corazón se le acongojaba en el acto. De repente un chorro espectacular de lágrimas surgieron de sus ojos empapando los papeles sobre la mesa y la cara del presentador al tiempo que las mejillas de Policarpo se encendían de rojo como si se iluminaran desde dentro con luces de neón. El presentador casi no podía hablar de la risa y golpeaba fuertemente la mesa con una mano mientras se agarraba el estómago con la otra, en un gesto de dolor por el calambre que le producía la risa.
El publico se venia abajo desternillándose mientras Policarpo los observaba seriamente de punta a punta, pero luciendo su quirúrgica sonrisa.

- ¡Ay! ¡Polichi eres un genio! ¡Seguro que…jajajaja….vas a brindarnos una actuación increíble! – continuó insensible el presentador.

- En realidad no. Primero, no me tutee. Segundo, no me llame Polichi. Usted está hablando con Policarpo, ese es mi nombre fuera de la escena. Y tercero, no vengo a actuar si no a dar una importante noticia.

- ¡Ay Polichi! ¡Que me parto! Jajajaja…así que no vas a actuar y vienes a darnos una noticia seria e importante ¿verd..jajaja…dad?

- Así es. – Dijo Policarpo empleando el tono de voz más fúnebre que conocía. (Que resultó ser a los oídos de los demás como el sonido del aire de un globo escapando entre los dedos.)
El plató se derrumbaba entre risas y aplausos, mientras el presentador iba adquiriendo un insano tono azulado en sus mejillas.

- ¡Ay Polichi que no puedo más! ¡Por favor di lo que…jajajaja…tengas que decir ¡ay! Jajajaja ¡ayyyy! Jajajajajaja, que me tronchoooo!

- Pues la noticia es señor mío, que me retiro de los escenarios. Que dejo de actuar para todos ustedes. Quisiera agradecerles todos estos años en los que me fueron tan fieles y me dieron tanto, pero ya no puedo más. Necesito descansar, retirarme del espectáculo y vivir la vida como una persona normal. Mi situación familiar se ha convertido en algo muy duro de sobrellevar – chorro espectacular de lágrimas -, mis padres ya no están y yo me siento muy solo – mofletes bermellón - . Quisiera encontrar a una buena mujer que me quiera y compartir con ella mis riquezas, realizar buenas obras con los niños, quizás crear una ONG – sonido indescriptible de la silicona refrotándose sobre el asiento de polipiel -, vivir una vida normal como persona, que hasta ahora no he tenido…

Dos ayudantes de dirección entraron en plano a toda prisa debido a que al presentador parecía haberle dado un patatús de la risa. Su rostro cianótico no auguraba nada bueno para su salud. A duras penas y casi sin respiración los ayudantes retiraron de la vista al accidentado presentador mientras también se partían de la risa. El plató estallaba en aplausos y gritos. Policarpo ya no era capaz de comprender ni entender a toda aquella chusma que se reía desaforadamente de las serias palabras que salieron de su boca con tanto sentimiento.
Observaba en conjunto y por separado a todas aquellas criaturas que desde las gradas se retorcían riéndose como si no hubiera un mañana. Miraba sus gestos espasmódicos, sus bocas abiertas con esos dientes batiéndose incansables en sus mandíbulas, los golpes que se daban en la espalda unos a otros señalándole a él con el dedo con gestos de aprobación... ¡Ni siquiera mostraban la más mínima compasión por uno de los suyos, el presentador, que se debatía entre la vida y la muerte tras un infarto algunos metros más allá……¿Realmente, aquellos seres eran de su misma especie?...
Un regidor entro apresuradamente en plano y se ubicó junto al payaso haciendo palmas con las manos alzadas. Enseguida todo el público lo acompañó mientras coreaban como bestias: ¡Eh!... ¡Eh!... ¡Eh!... ¡Eh!...

Un extraño sonido chirrió desde el interior de la cabeza de Policarpo.
Algo así como un ¡Clic!... Y él era muy consciente que no se debía a ninguno de los artilugios implantados en su interior.
Aquello era algo nuevo, como si su cerebro se reseteara, como si su mente se ausentara por unos instantes de él y se viera desde fuera, flotando por encima de su propio cuerpo. Se veía a si mismo, mientras cerca de 600 personas en el plató más los millones que estuvieran viendo la televisión, entre padres y madres, niños y niñas, se debatían a muerte entre ataques de risa…Y comprendió que todo aquello debía de acabar inmediatamente. Dejó de sentirse parte de aquella especie;
Dejó de sentirse persona…A fin de cuentas él era Polichi, el más grande cómico de toda la historia, un ser especial, único e irrepetible.
¡Él era El gran Polichi!

Se puso en pie y comenzó a caminar hacia el centro del plató – llevando de paso encajado el estrecho sillón de polipiel en sus posaderas -. La gente comenzaba a desmayarse de la risa.

- ¡Esta bien amigos! – Dijo gritando dirigiéndose al publico y a las cámaras -¡Un poco de calma! ¿De verdad quieren que Polichi les haga su última actuación?... – Un sonoro ¡Siiiiiiiiiiii! resonó por todo el techo del plató hasta hacerlo vibrar - …. ¡Pues que me traigan una pizarra!
El público se deshizo en berreos de júbilo, mientras otros regidores arrastraban aguantándose la risa a duras penas una gran pizarra con algunas tizas en su repisa.

Polichi, con una calma pasmosa agarró una de las tizas y se la llevó a la barbilla en un gesto de pensar, mientras el publico coreaba de nuevo: ¡Eh!... ¡Eh!... ¡Eh!...

De pronto los ojos de Polichi se abrieron mucho y sus mejillas se tornaron más rojas que nunca. Emanaban tanta luz que incluso esta se reflejaba en la superficie de la negra pizarra.
Comenzó a escribir rápidamente un renglón tras otro, hasta un total de 8 líneas que remató al final con una gran raya blanca, aplicando con fuerza la tiza hasta que se partió entre sus dedos.

- ¡Pues ahí tienen amigos! ¡El mejor chiste ideado por Polichi! ¡Para todos ustedes! – Y saludando con la mano, se desencajó el sillón del trasero, tropezó un par de veces y se dirigió con paso firme hacia la salida del plató, seguido en todo momento por las cámaras de televisión. El público rugía.

El realizador de la gala cambió rápidamente el plano para enfocar con claridad el escrito del payaso, de modo que todos en el plató pudieran leer lo escrito desde las grandes pantallas del escenario que allí habían, y al mismo tiempo todo aquel que estuviera viéndolo desde su casa en todos aquellos países.
Durante 30 segundos el público permaneció callado de un modo sepulcral mientras leían el chiste del payaso, de modo que nadie vio salir a Polichi del plató mientras las lágrimas corrían como verdaderos ríos a su paso.
Abrió la puerta que conducía al exterior de las instalaciones televisivas y se perdió en la noche.

Apenas unos instantes después, el público terminaba de leer completamente el chiste diseñado por el payaso y comenzaron a exclamar un sonoro ¡Uuuuuuuuuuhh! todos al mismo tiempo…
Y la risa acudió de sopetón a todos y cada uno de los allí presentes con tanta violencia que comenzaron a caer fulminados uno tras otro, incluidos público, cámaras, regidores, maquilladores, técnicos, ayudantes y vigilantes.

Aquella aciaga noche, el famoso payaso Polichi mató instantáneamente de risa a los 572 presentes en el plató y a 11.378.427 personas que lo leyeron desde sus televisores en sus casas, desde 8 países distintos.

La pizarra fue destruida posteriormente por las fuerzas especiales que entraron al recinto con los ojos tapados.

De Polichi nada más se supo, excepto por la aparición hace unos años de una dirección en Internet denominada: http://elultimochistedepolichi.blogspot.com.es/ donde se dice que el mismísimo Policarpo dejó escrito su chiste mortal.

Por supuesto, hasta ahora, nadie ha entrado nunca a comprobarlo.






Texto agregado el 05-06-2015, y leído por 266 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
07-10-2021 Muy bueno! Gnomono
05-06-2015 1. ¡Bárbaro, amigo! ¡Qué deslumbrante historia! Tomaste el lugar de Polichi, no para matarnos de risa, sino de suspenso. Llegué a creer que existió y le rendías tributo. Busqué a la celebridad en la red para situarlo históricamente, pensando que yo no sabía de quién hablabas. SOFIAMA
05-06-2015 2. Sinceramente, la trama es alucinante y, junto a tu narrativa, se convierte en una obra de arte de antología. Polichi, como símbolo de la vida de muchas personas excepcionales agobiadas por su propia excepcionalidad, deslumbra. Creo que te superaste a ti mismo. Aplausos y mis respetos, Vigía. Abrazo eterno para ti y tu talento. Nos honra. SOFIAMA
05-06-2015 Un gran relato . No tiene nada que ver en su contenido pero me ha recordado uno de mis libros favoritos " Un hombre cualquiera " de Akos Kertesz , en ambos textos los protagonistas son víctimas de sus condiciones particulares y son incapaces de ser lo que desean ser , un hombre cualquiera . Mis 5* . autumn_cedar
05-06-2015 Increible cuento, TERRORIFICO en mayusculas, ni Stephen King podria hacerlo mejor, lo he vuelto a leer, pero la verdad... ha sonado mejor desde la voz de su autor. Un diez VIGIA. sandalo
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