Cuando llueve, me gusta sentir el agua que moja mi cuerpo y enloda mis pies en la tierra mojada; y mientras la larga falda se pega a mis piernas, percibo a la lluvia acariciando suavemente mis pechos. En ese ritual cierro los ojos, aspiro los olores que afloran en el ambiente y evoco el aroma de tu cuerpo masculino tan deseado.

Cuando llueve, salgo a deambular, anhelando encontrarte en la vereda para extasiarme en tu silencio infinito mientras caminamos sin horizonte. Durante el tiempo que te ocultas en ese silencio, sueño estar acurrucada en tu regazo, hablándome del pasado y del mañana. Imagino al sol escondiéndose en mi cuerpo, y a mi cuerpo absorbiendo su calor para atizar la chispa que encienda mi fuego.

Cuando llueve, me gusta estar contigo en la arena mojada y al desnudarme sin pudores, sentir mi piel abrasada por la tuya mientras la sangre que corre por las venas se despabila para que mi cuerpo, libre de ataduras, se exprese emancipado en desborde de pasión como diluvio.

Cuando llueve…