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El avión despegó rumbo a la isla con un bramido ensordecedor.

Un mes antes Sara ya tenía el pasaje, iría de vacaciones a una isla del océano pacífico, para no ir sola le comentó a su amiga, y ella le preguntó que porque había comprado un pasaje si no estaba segura de viajar sola, y que ella no sabía si podía por cuestiones laborales. De todos modos ella iría sola o acompañada, aunque le parecía más divertido la idea de no ir sola. En una isla paradisíaca la pasaría tan bien que se olvidaría por unos días de su rutina de mucho trabajo diario. Sara no veía la hora de que llegue ese viernes y emprender su vuelo, pero antes organizaría ciertas tareas que tenía pendientes, entre ellas: adelantar trabajo. Se dirigió al banco a retirar los ahorros que le quedaban, y de paso se compró ropa y joyas nuevas. Una blusa, pantalón, zapatos. Le gustaba vestir elegante. Un día de trabajo era para ella una bendición, eso que la providencia da cuando se tiene fe.

Su religiosidad le permitía aprobar tales prácticas que los hombres tienen como virtud en la tierra para progresar materialmente y aun así creer en lo inmaterial. Su vida cobraba sentido a partir de una visión llena de un sentimiento superior que inundaba su alma, cuando tiempo atrás no pertenecía a esa vida, que luego adoptaría como nueva vida, gracias a su nueva visión del mundo, y una transformación a nivel personal, gratificante, y de renovada alegría. Se acercaba su ansiado viaje galopando a toda velocidad, y se sentía preocupada porque viajaría sola, no sabía a quién decirle, o quizás sí, lo cierto es que pensaba que si había sido un error comprar el pasaje sin antes asegurarse de que no iba a ir sola. Ahora no veía otra opción y estaba decidida a hacerlo a como dé lugar.

Pudiera ser que conociera a un habitante de la isla, algún turista, zombis, o hiciera nuevos amigos, después de todo, sería un viaje de placer y quería divertirse. O tal vez, la pasaría bien igual, conocería un paraíso y disfrutaría contemplando el paisaje. La isla quedaba lejos y el avión rompería esa muralla china, convirtiéndola en un rato. En pocas horas llegaría y no caminando. No tenía excusas para no ir, y devolver el pasaje no formaba parte de su plan. Si llego y no encuentro a nadie, se decía, me tumbaré a tomar sol, y nadaré todos los días con mi cuerpo de sirena. Andaré en velero, sacaré fotos, y tostaré mi bonita piel.

Ya había guardado su bronceador en el bolso. Ya había guardado su ropa de playa. Ya había guardado su toalla. Ya había guardado su peine. Ya había guardado sus lentes de sol y todo lo que quería llevar. Se acercaba la hora del viaje. Partiría a las nueve de la noche rumbo a la isla de sus sueños. El avión ya estaba en la pista. Eran las 20 hs.

Llamó a sus amigos cercanos para despedirse. Recibió una llamada de su amiga. Habló un poquito con cada uno y mandó mensajes con su celular. Sonreía y cantaba, a su vez, la invadió un sentimiento de tristeza, pese a esto sabía que sería efímera, algún día volvería a su país natal, a su ciudad que tanto quería, al igual que a sus amigos. Tomó un taxi, y le dijo al taxista: rápido al aeropuerto.

Eran las 20:30. Se había demorado duchándose, maquillándose, pintando sus uñas y por preparar el bolso a último momento, algo indecisa con que ropa llevarse. El taxi llegó a un embotellamiento. Nada puedo hacer dijo el taxista, si quiere bájese agregó, al ver el fastidio en el rostro de Sara. Ella decidió esperar eran 20:40. El taxi pudo arrancar a las 20:53. El taxi aceleró. Eran las 20:58.

Dieron las 21:00. Así no llegaría al aeropuerto, a punto de perder el bendito avión. Dieron las 21:05 y aún quedaba parte del trayecto, descender, correr y subir al avión. Miró su reloj y por la ventanilla del coche, y cuando alzó la vista al cielo nocturno vio entre las estrellas una explosión. Se quedó con los ojos abiertos y la boca abierta. Llegó al aeropuerto y se enteró de lo ocurrido. Se sentía conmovida, y la tristeza que sentía se convertía en alegría, sabiendo que se perdió el viaje, pero había ocurrido un milagro.

Texto agregado el 31-05-2015, y leído por 237 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
31-05-2015 Los milagros existen.Un Abrazo. gafer
31-05-2015 Los milagros existen.Un Abrazo. gafer
31-05-2015 Buen relato . autumn_cedar
31-05-2015 Lo sabes... Invierno
31-05-2015 Se salva por su fé o por la suerte, es un milagro, si hasta ya tenía su pasaje, no era previsible lo que ocurriría con el avión mee gustó!!! NatiMiau
31-05-2015 Desde el principio el cuento boyaba entre lo acertado o incorrecto de la decisión asumida. Por más que parecía encontrarle sentido al viaje, de todos modos, algo hacía que lo boicoteara de todos modos. Una vez más se confirma que lo que nos sucede es lo mejor que nos podría suceder.Tanto cavilar tuvo su exitosa coronación, y nosotros su cuento. -preciosa-
 
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