Es bueno poner bien los títulos. Con un buen título, si me apuras un poco, no hace falta leer más. Y al fin o a la postre, qué es lo que queda de las obras: el título. Los libros en su estante oferentes sus lomos con la entitulación son más que suficientes para dar cabal cuenta de lo que uno sabe en la vida; de lo que uno ha aprendido.
Que uno quiere contar la historia de un crimen: crónica de una muerte anunciada. Que una historia de pérdida de quijotera: las aventuras del egregio hidalgo Don Quijote de la Mancha. Y así sucesivamente: una vez puesto bien el título se puede olvidar uno de lo demás. Y es que en el capítulo de lo literario falta una inédita seria sección sobre el arte de entitular.