Tenía un sueño en que corría descalza por un campo verde con árboles altos en los que se escuchaba el canto de los pichones recién nacidos aleteando desde sus nidos, no se percató del momento en que llegó al inicio del puente, sintió la necesidad de cruzarlo y comenzó midiendo sus pasos, sintiendo el piso duro bajo sus pies. No tardó en darse cuenta que no lograba ver el otro extremo y apresuró sus pasos. En sueños corría, en la realidad daba pequeñas patadas con las que se rodó la sabana con la que se cubria. No le importó pues las noches eran igual de calidas que los días, junto con el cansancio acumulado los últimos 5 años no alcanzaría a recordar el sueño.
El despertador no sonó, pero su cuerpo acostumbrado a deambular desde muy temprano la obligó a despertar puntualmente a las 7am. Pero no pudo moverse sentía los brazos grandes y pesados, mientras que su torso estaba más ligero, el aire entraba rapidamente en sus pulmones y sentía como el oxigeno pasaba por su corazón, lo mandaba a sus venas y llegaba a cada rincón de su cuerpo. No podía moverse de su lugar pero aún así escuchaba los ronquidos de su hermano saliendo de la habitación contigua, olía la comida que preparaba su mamá en la cocina y hasta podía ver a los pajaros del patio que picoteaban la comida del perro que esperaba el calor de la mañana.
Tuvo la certeza de haberse convertido en una raíz de árbol pues no había otra forma de estar tan comunicada con el mundo. No se inmutó, no quería terminar con el placer de ese momento.
Escuchó a su madre entrar en la habitación.
"hijos me tengo que ir, ya son las 10, el desyuno esta servido"
Al verla, la encontró con la misma expresión triste que la acompañaba desde el día que falleció su esposo. Pero su cuerpo era una nube de polvo que se desvanecía con cada paso que daba.
"No puede ser tan tarde" penso "Me he quedado toda la mañana aqui acostada" Cuando el telefono comenzó a repicar al lado de su cama. No pudo estirarse para contestar cuando su hermano apareció en la puerta
"Levantate, ya es más de medio dia"
le dijo, pero las palabras de su hermano se convirtieron en una objeto duro que chocó con las paredes y se acercaron a su cabeza para entrar marchando por sus oidos.
Pasó casi una semana en ese estado inanimado pensando se debía resignarse a pasar el resto de sus dias así, mientras una fila interminable de doctores la examinaba y su madre la cuidaba esperanzada que su hija se levantara.
Debía ser la mañana del jueves cuando su madre entró por la puerta
"hijos me tengo que ir, ya son las 10, el desyuno esta servido"
Se levantó sorprendida por la movilidad de su cuerpo, ahora ya no estaba en aquel estado. Era su vida normal, lo que parecieron dias inteminables no habían pasado. Pero aún podía sentirse conectada con el mundo. Hace más de 100 años que le sucedió eso y aún se ve igual, no ha envejecido, no le gusta que le digan por su nombre, yo solo sé que ella es la abuela de mi abuela