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Inicio / Cuenteros Locales / Timmyoscarillo / LA CASA DEL SEÑOR (HEREJÍAS)

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El cielo retumba al compás de las campanas, afuera la gente camina de un lado a otro, algunos entran al recinto religioso, otros sólo se persignan frente al edificio de cantera y continúan su camino, es el primer llamado de las hermanas de bronce que son azotadas cada fin de semana para indicar que esta por comenzar el servicio religioso.

Las palomas vuelan de un lado a otro buscando la forma de huir del tormentoso sonar de las campanas que se extiende por todo el pueblo, allá en los cerros que resguardan el poblado se observa como el humo escapa de las cocinas de leña, está nublado pero aún no hay niebla que oculte, tras su cortina, la magnifica vista que se tiene desde allá.

Suena el tercer llamado y la gente se arremolina para entrar a la iglesia, comienza la ceremonia; dentro, todos se miran y buscan quién ha faltado en esta ocasión, la banca de los Hernández está completa, la de los Millán, al frente, repleta de velos en la cabeza y de faldas largas, atrás los señores de la misma casta, y al fondo, hasta atrás, allá donde el mismo sacerdote no alcanza a distinguir los rostros, la gente humilde que a veces sin zapatos entra a la casa de Dios.

El sacerdote con la sotana bordada en hilos de oro habla acerca de la humildad, de la bondad, la generosidad, y todas las virtudes que debe poseer el hombre para alcanzar la divina gracia, para ascender al cielo y llegar al paraíso cuando el cuerpo decida ya no funcionar, desde lejos se ve la obesidad de este y de cerca la desnutrición de los de atrás.

Y aunque la fe mueve montañas, hace tiempo que no curre un derrumbe en el pueblo, hace tiempo que no se dice nada ni se mueve un solo dedo sin que así lo decidan los que están al frente en las primeras filas de la misa, acomodados en bancas acolchonadas y que parecen oír pero nunca escuchan lo que ahí llaman “la palabra de Dios”.

Una vez concluida la ceremonia, todos salen como ovejas a pastar, van a continuar sus vidas mientras tanto allá arriba en donde nadie ha visto, el lugar del que todos hablan pero a nadie consta su existencia, un ser que no se sabe si es hombre o mujer, camina de un lado a otro y se pregunta si debe hacer alguna reforma o de plano eliminar la política que ha invadido los muros de cantera en su propia casa, quiere ayudar pero al fin de cuentas los actos de fe son similares a las despensas que se dan en tiempos “de campaña electoral”, eso que inventaron los hombres por consejo del propio Diablo.





Texto agregado el 23-05-2015, y leído por 91 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
24-05-2015 Irónica pero no por ello menos buena narración . autumn_cedar
 
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