FÁBULA
En una bella frutera
doña Naranja y don Limón
jurábanse amor eterno
con inaudito fervor.
Todo marchaba perfecto
cuando de pronto llegó
don Kiwi, muy "musculoso",
con la escondida intención
de conquistar a esa dama,
de llamativo color,
valiéndose de su facha
de extranjero y seductor.
Doña Naranja, turbada,
ante el bello mocetón,
se le arrima muy coqueta
olvidando a don Limón.
Llegó entonces doña Pera,
de exquisita complexión,
y viendo cuan triste estaba...
dio consuelo al perdedor.
Cuando el calor aumentó,
entonces, vino lo malo;
pues, doña Pera y don Kiwi
perdieron todo su encanto:
comenzaron a arrugarse;
ahora causaban espanto
y dejaron de gustarles
a sus cítricos amantes,
que ante tanta decepción,
decidieron estrujarse,
muy juntitos y revueltos,
en un zumo refrescante.
Por su parte, doña Pera,
para no sentirse inútil
ha convencido a don Kiwi:
de integrar un "tutti-frutti".
Moraleja va, sucinta:
"Ni a la fruta por su piel,
ni a la gente por su pinta,
si queremos juzgar bien".
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