Se sentó y abrió el watts up. Días antes había conocido una chica en una red social con la que chateaba. Se conocían lo suficiente, él le decía cuanto la quería y ella a él.
Él venía atravesando un problema que no le contó. Una noche decidió que ya era hora y le dijo que tenía un problema, que siempre a media noche le sonaba el teléfono y no sabía quién lo llamaba, que escuchaba una voz. ¿Quién es? ¿Quién habla?... le preguntaba y nadie le contestaba. Las llamadas se repetían noche tras noche. La chica del watts up le dijo que no se preocupara demasiado por los bromistas.
Siguieron chateando como siempre, y para él la situación se volvía incontrolable porque las llamadas no cesaban. Cansado dio aviso a la policía, fueron a su casa, y concluyeron que era obra de graciosos y le insistieron en que no se preocupara, que ya dejarían de bromear. Él sentía mal humor y decidió cargar el arma porque en la última llamada una voz femenina lo amenazó.
Pensó que no contaba con la ayuda de la policía y que eran unos buenos para nada. Volvió a sonar el teléfono y la voz del otro lado le dijo: Yo que tú me aseguro que todas las puertas y ventanas estén bien cerradas. Se preocupó y fue corriendo a ver cada una de las ventanas y puertas, sólo una ventana abierta y la cerró. Abrió el watts up. Mandó un mensaje: hola, hola… ¿estás ahí? La chica le respondió con un: ¿cómo estás? Él le contó lo ocurrido. Ella le dijo: ¿cerraste todo ya? Sorprendido por la pregunta de cómo ella sabía eso le preguntó: ¿cómo sabes eso? Por qué te estoy vigilando respondió ella.
Él se asustó, arrojó su celular al suelo, sacó el arma y le disparó dos veces. Se levantó de la silla y se sentó con el arma en su cama. Sonó el teléfono otra vez, lo atendió y una voz femenina le dijo: ¿Así piensas matarme? Recuerda que ya me mataste una vez. ¿Quién eres? ¿Quién habla? Ya me mataste una vez… ¿recuerdas? Ahora me toca a mí, ha llegado tú hora… y la llamada se cortó.
Los nervios de él crecían, no sabía que hacer… se acostó con el arma en sus manos. Sonó el timbre, y caminó despacio con el arma en su mano, espió por la mirilla de la puerta y no vio a nadie, salió y sintió un viento. Volvió a acostarse con el arma cargada en su mano.
Días después encontraron su cuerpo en un charco de sangre en su cama, la policía caratuló el hecho como suicidio, también descubrieron que él tenía antecedentes, hacía un año su novia murió de un disparo en la cabeza, y nunca se aclaró si fue suicidio u homicidio.
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