Vagando por tierras áridas se escuchaba el quejido de un ganado bovino. Muy peculiar por cierto, ya que no sólo eran "vacas en el desierto" sino, que era una mezcla de diferentes razas de vacas: Holstein y Jersey, y de toros: Bos Taurus, Lidia, Holstein, Brahman Cebú y Texas Longhorn.
Holstein macho: ¿Ya mero llegamos?
Jersey: ¿A dónde vamos?
Holstein hembra No. 15: A una fiesta, ¿Que ya no lo recuerdan?
Taurus: ¿Enserio? Yo pensé que íbamos a la lucha libre.
Cebú: No muchachos, recuerden que estamos buscando la salida de este lugar.
Watusi: Yo conozco la salida, solo síganme. Soy buen líder.
Cebú: No dudo de tus capacidades, eres muy agudo para este tipo de cosas, pero en esta ocasión temo decirte que estás equivocado. Al lugar donde tú vas, sólo hay incertidumbre.
Watusi: Escúchame, ¿Alguna vez me he equivocado?
Texas: Tú nunca te equivocas
Watusi: Entonces síganme, mi instinto nunca se equivoca.
Cebú trató de convencer a todo el ganado, pero 19 Holstein hembras y el Texas Longhom siguieron al líder, dejando solo a Cebú con 3 toros y una vaca.
Taurus: ¡Hey! Se van a la fiesta sin nosotros.
Cebú: No van a ninguna fiesta sígueme.
Toro de Lidia: Confiaré en ti Cebú ya que aquellos locos van sin rumbo, pero escúchame. Donde estés equivocado, no será la deshidratación quien te mate, sino yo.
Cebú: Tú eres libre de seguir tu camino. Yo les recomiendo el mío ya que no los quiero ver morir, pero si quieres irte con el resto, no te estoy lazando.
Jersey. ¿Quién se está asando?
Tauro: Yo, yo me estoy asando. ¡Agua, por caridad!
Holstein macho: Ya dejen a Cebú en paz, tal vez ya no lo recuerden por sedientos, pero él fue quien nos trajo aquí y por lo tanto conoce el camino, hagámosle caso.
Jersey: Todo sería mejor si nos encontraran nuestros dueños.
Cebú: ¿Qué ya no recuerdas? Si de ellos estamos huyendo.
Jersey: ¿Qué? ¿Estás loco? ¿Pero por qué?
Cebú: Nos matarán a todos. Es por eso que nos transportan. Aprovechamos el accidente que hubo para escapar de los camiones. ¿Que ya no recuerdas?
Jersey: Con tanto calor, la verdad es que no. Lo cierto es que no hay que temerles. Ellos no nos matarán y luego nos comerán. Sólo sacaran nuestra leche.
Toro de Lidia: ¿Acaso eres idiota? Tú eres la única mujer aquí. Lo cierto es que... ¡Cebú! ¿Que te hace pensar que van a matarnos? ¿A caso te lo dijo el sabio Watusi?
Cebú: No
Toro de Lidia. ¿Entonces has visto cómo lo hacen?
Cebú: No
Toro de Lidia. ¿Entonces por qué debería de creerte?
Cebú: Llegué a esa conclusión después de ver, como iban desapareciendo mis amigos al cumplir cierta edad.
Toro de Lidia: ¿No los habrán vendido genio?
Cebú: No creo que alguien grite desesperadamente solo porque lo van a cambiar de rancho.
Toro de Lidia: ¡Hubieras empezado por eso Idiota!
Tauro: ¿Ya mero llegamos a la fiesta? Quiero beber, tengo sed.
Cebú: Tranquilo viejo, pronto llegaremos.
Pero las palabras de Cebú no resultaron ser tan certeras, y pasaron las horas hasta caer la noche.
Holstein macho: Hace frío, ya no puedo más.
Jersey: El dálmata tiene razón. Yo ya no puedo más con mis ubres. Mejor regresémonos antes de que de la leche cuajada.
Cebú: Sé que el camino es difícil. Pero vale la pena, créanme.
Toro de lidia: Sabes, prefiero enfrentarme a un débil humano que a toda esta sed, hambre y frío. Yo me regreso mi Cuasimodo. Sólo dime donde es el camino.
Cebú: Muy fácil. Nosotros vamos siguiendo los rastros de llantas que dejaron nuestros camiones al venir. Tú síguelo en lado contrario y regresarás a donde están ellos. De hecho ya ha pasado buen tiempo. No te aseguro que sigan parados donde mismo. Tal vez ya se hallan ido. El resto, continuemos con nuestro trayecto.
Holstein macho: Lo siento viejo, pero yo a no puedo más. Te seguí porque somos amigos, no es por ser manchado, pero ya no creo resistir, me regreso con el fortachón.
Cebú: No lo hagas por favor, tal vez no alcancemos a regresar, tal vez nos desmayemos antes, o en el peor de los casos, muramos en el camino. Pero lo cierto es que de esta forma tenemos esperanza. De otra manera ya somos carne para hamburguesa.
Holstein macho: Lo siento amigo, como te lo dije cuando nos fugamos. No creo en tus teorías locas de conspiración humana. Sólo te apoyaba moralmente. Me voy.
Tauro: ¿Aún no llegamos? Quiero orinar.
Holstein macho: Eres una vaca, orina donde quieras. Ven y sígueme, te llevaré a la fiesta.
Tauro: Sí, ¡Fiesta!
Cebú: Jersey, ¿me seguirás?
Jersey: Regresemos Cebú. Esta idea es muy loca.
Cebú: Dijiste que me seguirías hasta el fin del mundo, vamos sígueme.
Después de pensarlo un buen rato, la vaca Jersey siguió al toro cebú a su destino, pero no tardó en dar muchos pasos para que se encontraran con algo indeseable. Se trataba del resto del rebaño rodeado de buitres.
Jersey: ¡Santo Dios de las vacas! Ellos están.. están...
Cebú: Han pasado a mejor vida.
Jersey: ¡Esto es muy loco! Regresemos con Liria, ¡Esto de vagar por el desierto es un disparate!
Cebú: Siento haberte metido en esto. El resto del rebaño sabía a lo que se atenía. Las vacas vinieron por el bien de sus hijos. Para que no los mataran al crecer. Sabiendo que ellas estarían a salvo si se quedaban. Pero tú me seguiste porque se trataba de mi. Sé que lo mejor sería regresarnos ahora, así tu estarías a salvo. Pero tengo una buena noticia que decirte. Estamos por llegar. Recuerdo este trayecto.
Jersey: ¡Ya basta! ¡Si no regresamos, lo nuestro terminó!
Después de eso, Cebú recordó los bellos momento que había vivido con su hasta ahora novia. Posteriormente, le dio un beso bovino, y continuó su camino.
Pasó tan solo media hora y Cebú pudo ver la civilización. Sin embargo no tardó mucho observándola pues la poca presión que ejercían sus venas no le fueron suficiente para mantenerse consciente. De esta forma, el toro cebú quedó deshidratado y tirado a orillas del desierto. Estuvo muy cercas de haber llegado por su cuenta a la ciudad.
Al despertar. Cebú se encontraba en un establo nuevamente. ¿Había parado en el inicio de nuevo? Realmente no. Después de tomar algo de agua, y pedir ayuda al resto de los toros, tumbó la cerca la cual era mucho más frágil que la de su antiguo establo. Así que fue en búsqueda de su amada.
Sin embargo; ahora tenía otro problema. Por haberse desmayado, no sabía de donde había venido ya que él no llevo a cabo el trayecto. Y para su mala suerte, las llantas no se marcaban sobre la carretera. Pero siguiendo el trayecto de las llantas desde la arena hasta la carretera, pudo deducir de qué lado de esta había provenido. Vagó sin rumbo por unas horas, inclusive entró a la ciudad en varias ocasiones, pero para su desgracia, al pasar al lado de una tienda de electrodomésticos, pudo ver a través de un televisor en venta, como un torero mataba a su amigo "Toro de Lidia" lo que le hizo pensar, si realmente alguno de sus amigos seguiría con vida. Siguió vagando un buen rato sin rumbo hasta que finalmente encontró los rastros que habían dejado sus propias patas. Las siguió tambaleando, pues no se había recuperado del todo. Al final, pudo ver a su enamorada tirada en medio del desierto. Fue lo último que vio antes de caer nuevamente. Una vez más, Cebú, se encontraba tirado por el desierto. Algo que pudo haber evitado si no hubiera regresado por Jersey. Estar solo en el desierto, solo significaba una cosa. La muerte inminente. Ya que se encontraba a media hora de la salida hasta la ciudad, y nadie pasará por ese lugar. Un toro muerto más en el mundo, al fin y al cabo. Una historia más, jamás contada, sombre un ser viviente que dio todo lo que tenía, no solo para vivir, sino para salar la vida de un ser amado, que lo acompañaría a su eterno descanso en un infinito vacío de la nada. Por suerte para este animal, o más bien dicho, gracias a que previó las posibles consecuencias. Esta vez no estaba solo. Tenía media manada de toros que lo ayudaban a su causa. Estos lo levantaron así como a su querida Jersey. Luego, Cebú abrió los ojos, y esta vez, no estaba en ningún establo. Se encontraba en libertad, rodeado de pastizales, lejos del hombre, lejos de la tortura mental que es saber que sus amigos y sus hijos hubieran estado condenados a la muerte. Rodeado de la media manada que lo había apoyado y de su amada Jersey, quien había sobrevivido. Ahora era feliz, no porque pudo confirmar que siempre tuvo la razón, ya que jamás lo dudó. Sino que era feliz, porque la pequeña oportunidad de vida por la que luchó, lo recibió a él y a Jersey con los brazos abiertos. Dándole una oportunidad para vivir hasta la vejez, junto con sus futuras crías, llevándolos a un estilo de vida sereno.
EL FIN.
Moraleja: No importa cuantas veces o cuantos te digan que no estás en lo correcto. Mientras no te den una buena razón, confía en tu juicio, no en el de los demás. |