Hay una situación muy concreta, en la que cada individuo tiene que dejarse fluir por las contorsiones de su propio cuerpo, siempre en consonancia con las de los otros. Es decir, es un fluir de cada individuo explayado en el espacio que comparten, por lo tanto, en las ondas que van generando. Lo curioso es el campo magnético que inician con sus movimientos, sin siquiera percatarse, claro está. Ellos no lo saben, pero sus pasos no cruzan nunca una determinada distancia, y siempre se mueven para la misma dirección; aunque los giros y las piruetas confundan el paso, terminan por formar un patrón. Puede existir el momento del reconocimiento de ese patrón, pero generalmente sucede cuando terminan todos los cuerpos sobre el mismo punto, o bien cuando se genera una expansión desde el centro. De cualquier forma los huesos y las articulaciones van contorneando una especie de baile frenético a cámara lenta alrededor del pecho, en perfecta armonía con el corazón. De hecho ninguno está siendo partícipe de la decisión que el campo magnético llevado por los circuitos del patrón establecido, propone como estandarte. La premisa se convierte en la in-interrupción de ese flujo y reflujo de energía, de no ahogar los movimientos para no apagar la llama que están generando. Es posible que no necesiten nada más; si están entregados a ese intercambio, a esa fricción de movimientos entre sí, pueden envejecer y no-morir en ese circuito, baile, o campo magnético. Después de varios años en movimiento los nombres dejan de importar, de hecho los conceptos cesan de significar. Los estímulos exteriores se desconfiguran hasta formar parte de un cuerpo que inhala y exhala vida. Luego de varios pares de años, los límites materiales se desdibujan y uno empieza a sentirse calor. Dicen que a los 10 años esos cuerpos que ya no tienen contornos, se traducen en Luz pura, y se confunden con el Sol. Por supuesto que de eso no existe vuelta atrás, y por supuesto que la situación concreta de los individuos fue interrumpida tiempo atrás, por la sensación de desvanecimiento material, y algún que otro corazón enamorado. |