—Otra vez con esa maldita canción—dijo D.
—¡Qué quieres! Cerati es un completo ídolo—respondió ÉL.
—Cálmate. Además no entiendo por qué admiras tanto a ése, digo, es buen músico y lo que quieras, pero no comprendo tu fanatismo.
—Sus canciones se pueden leer de muchas maneras. Un ejemplo es este, Nada Personal. A la primera puedes distinguir que habla de un sexo muy artificial, pero si nos vamos más al fondo descubrirás que en realidad el tema es el vacío de la sociedad de consumo, en donde todo es simple y vulgar mercancía.
—Eso se oyó tan marxista—dijo con hilaridad D.
—Tal vez sí, pero es la verdad—respondió ÉL.
—A lo mejor Carati es sólo un falso al que le escriben las canciones. Digo, ni tú ni yo sabemos si él en verdad se sienta con su guitarrita y está dos o tres horas rompiéndose la cabeza tratando de escupir versos sanos; a lo mejor uno de sus músicos es el que hace todo el trabajo sucio y Cerati sólo repite como perico lo que ese gran artista hizo. Es lo que pasa con los discursos presidenciales: ese tipo que se hace llamar representante de la nación está leyendo algo que otras personas hicieron, no es algo que él haya hecho de sus dedos y teclas. Por eso es incorrecto decir "en su discurso el presidente dijo...", o sea, si sólo por leer ese discurso significa que es suyo el esfuerzo por hacer algo o conseguir algo queda en el viento. Cualquiera puede adjudicarse algo por el simple hecho de ejercerlo.
—Eso se oyó tan marxista—dijo con hilaridad ÉL.
—Tal vez sí, pero es la verdad—respondió entre risas D.