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Inicio / Cuenteros Locales / FelixCorso / Cuento de la locura esporádica. (O la increíble historia de todos los días.)

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‘’Estimados usuarios, debido a factores climáticos y por su seguridad el tren avanzará más despacio, gracias por su comprensión’’. Dice una vez más la voz del operador por el alto parlante, no le pusiste atención pero como ya has memorizado el discurso no se trata de una falta muy grave. Ya no murmuras, ‘’ ¿Comprensión? No es como que tengamos otra alternativa’’, tampoco piensas en las excusas que darás a la cita que con toda seguridad ya te habrá abandonado por aparecerte hora y media tarde; por supuesto ya no revisas tu móvil con la esperanza de tener señal. El tren se ha detenido completamente y no maldices como lo hiciste las primeras tres veces que hizo lo mismo, es decir, ya te has resignado. No, tu mente deambula por el pasillo atiborrado de gente igualmente irritada, juegas a contar las veces que el señor de traje negro ve su reloj entre cada estación, ya lleva cuatro, de repente sientes un pinchazo en la mente, ¿cómo habrá logrado sentarse? Recuerdas haberlo visto entrar contigo al tren, varias estaciones atrás, y a duras penas; ahora está sentado, con las piernas abiertas, malhumorado y sudoroso, pero sentado. Empiezas a tener ideas absurdas de cómo le robó el lugar a la viejita junto a ti; o de amenazas y forcejeos que tuvo con el anterior avispado que ganó el lugar, hasta que de alguna manera terminaron en una pelea de proporciones romanas en la que el victorioso logró sentarse en el frío plástico del asiento como un gordo, sudado, y magnífico rey; se te escapa una risita que transformas en una tos disimulada, el misterio es demasiado para ti y desistes.


El tren comienza a moverse, aunque suspiras con alivio tratas de no hacerte a la idea de que se moverán rápido, afuera llueve con la misma fuerza. Escuchas cómo un niño comienza a llorar al otro lado del vagón. Como sabes, cuando un bebé escucha llorar a otro…, ‘’Sí, sólo eso faltaba’’ Dos infantes lloran y aunque te crispa un poco los nervios tratas de pensar en las mamás, ‘’ ¿No viene el papá con ellas?’’ Sacudes la cabeza como para espantar la cizaña de tu duda y te concentras en las criaturas, tienen sed, deduces presto e involuntariamente diriges la mano a la mochila donde sabes que tienes agua, pero algo muy profundo te dice ‘’Esto se vería raro’’. Aunque la botella es nueva te enfocas en el pensamiento de la escena que estás por provocar, ‘’Señora, no me conoce y no la conozco pero tome esta botella de agua para su niño, y compártala con la beba del centro del vagón que también llora, todos tenemos calor, seguramente lo que les pasa es que tienen sed’’ Lo dirías con tu sonrisa más encantadora, como de conejo de caricatura, esa sonrisa que dice: adóptame. Entonces habría dos posibles reacciones; la mujer, agradecida seguiría tu bien fundamentado consejo y heroicamente la salvarías de la infortunada situación. O dos; la mamá, justificablemente desconfiada, haría un escándalo y te arrestarían apenas llegar a la estación, pasarías el resto de tu vida entre maleantes que te asesinarían, seamos honestos, ¿cuánto durarías en prisión? Esta última posibilidad te da miedo, cierras el puño y dices para tus adentros ‘’Mejor espero a que pidan agua’’. El tiempo avanza, lento y denso.


La pierna izquierda se te mueve ya sea porque se te cansó o porque estás comenzando a ceder ante la ansiedad, te tocas la cara y gruñes, los niños ya se callaron pero el señor del traje negro hace muchos ruidos, el aire finalmente está pesado y el calor logra hacerte sudar, sientes tanta incomodidad que ya no logras distraerte con nada, sueltas el pasamanos para limpiarte el sudor, primero con la mano derecha y luego con la zurda, luego ya no importa cuál porque tienes ambas mangas mojadas. Ves con horror que el tren se detiene, estuviste genuinamente por desmayarte, sin embargo sacaste fuerza de sólo Dios sabe dónde y sigues en pie, tu fuerza mental no es tanta, sueltas un alarido perfectamente audible, estás perfectamente consciente de que todos te miran, ‘’Cuando me desmaye me van a ayudar, por lo menos que me noten’’ Tienes náusea y la cabeza te da vueltas, estás por echarte a llorar cuando escuchas, como un cántico glorioso, un pitido anunciando que las puestas están por abrirse, justo detrás de ti. Se abren las puertas y sales como ariete, chocas con todos pero para lo que importa, ‘’Me voy a desmayar si no salgo’’.


Lograste salir al andén y finalmente puedes respirar, varios usuarios te miran con miedo, una chica muy guapa se te acerca y dice, ’’Oye, ¿estás bien?’’. La miras y demuestras tu gratitud con una deslumbrante sonrisa, dices, ‘’Sí, gracias’’. La chica parece no creerte, aunque finalmente se va. Te estás recuperando, y nuevamente comienzas a maldecir, maldices al gobierno, a tu móvil, a los administradores del transporte público, a todos. Como ya tienes señal llamas a tu cita para disculparte, pero te sorprende oír que se encuentra en un atasco vehicular, bastante lejos de dónde habían acordado verse, ríen, determinan verse otro día y se despiden. ‘’Sin duda es una noche dura’’, piensas; ya sólo te queda regresar a casa y dormir, tal vez trabajar un poco y comer algo, pero, sin duda, lo que quieres hacer es dormir. Atraviesas el andén para tomar el tren de regreso, no tarda mucho en llegar y afortunadamente no está tan lleno como el anterior, abordas sin problemas aunque no hay asientos disponibles, te sujetas del pasamano y cierras los ojos, realmente te apetece dormir; finalmente comienzas el recorrido de regreso cuando abruptamente el tren se detiene: ‘’Estimados usuarios, debido a factores climáticos y por su seguridad el tren avanzará más despacio, gracias por su comprensión’’.


(Versión con protagonista de género ambiguo)

Texto agregado el 19-05-2015, y leído por 112 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
03-03-2016 lo peor es que yo eso lo he vivido! :D he disfrutado mucho con la historia, estoy de acuerdo con Gafer Vihima
19-05-2015 Un acontecimiento de un dia cualquiera,pero tu lo conviertes en un monologo agradable y divertido para leer.Un Abrazo. Gafer
 
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