Fotografía grupal
Todos o por lo menos la gran mayoría de mi salón estaban emocionados por las fotos que nos tomarían, nos habían dicho que viniéramos de camisa negra y corbata, al principio todos rezongaron, nadie quería usar una de esas cosas de adultos. Jóvenes esculpidos en recuerdos se presentaban soberbios ante la idea de permanecer eternos, muy en el interior sabían que una foto era algo importante.
Las primeras horas pasaron aprisa, casi todos estaban arreglándose, peinándose y tratando de encontrar la mejor forma de proyectarse ante los demás. Un aire de emoción y melancolía empezaban a rondar el salón. Mis compañeros me preguntaban si así iba a salir a tomarme al foto; un viejo pans, playera arrugada y mi inconfundible gorro me brindaban lo que necesitaba, sabía que en mi mochila estaba mi camisa negra, solo me faltaba la corbata la cual, había prestado a un amigo hace algún tiempo y que jamás fui a recoger.
El momento se acercaba. Yo reía por lo bajo, en algún momento tendría que pasar por esto, -es lo último que tendré que hacer- me decía para mí. El otro grupo se apresuraba a agruparse para tomarse la foto, mientras la ayudante del fotógrafo empezaba a cobrarnos el costo de las capsulas de tiempo. Las fotos individuales resultaron más tediosas de lo que imaginaba; veía como el fotógrafo arreglaba los pequeños imperfectos del peinado; su gran paciencia para soportar a jóvenes llenos de emoción y alegría, inspiraba cierta empatía.
Procure un momento en que solo estuviera yo para tomarme la foto, no quería que nadie me viese peinado. Cuando llego mi turno me dispuse a sentarme rápidamente, inconscientemente movía los dedos para apresurar al fotógrafo que con su habitual paciencia tomaba un poco de agua y me la rociaba en el cabello. Su flash resplandeció en todo el salón, un breve instante lleno de eternidad- me dije. De inmediato tome mi gorro y me lo puse sin estimar en consideraciones para con mi cabello. Al salir me dirigí de inmediato al salón a quitarme esa camisa negra que tanto me molestaba.
Tantas sonrisas en un instante me hicieron sentir nostálgico,; recordé el tiempo en que yo podía reír así, en donde mis preocupaciones no eran tantas. Comprendí que mi tiempo era distinto al de ellos.
Un profesor vino por las pocas personas que había en mi salón, con cierto aire de celador, nos indico que ya era la hora de la foto grupal. Estaba totalmente dispuesto a negarme y decir que yo no la quería pero antes de hacerlo una chica a escasas dos bancas de mi, leía de mi mente las palabras que ya había planeado formar. El profesor pregunto si era enserio su afirmación, con una sonrisa afirmaba que sí; solo me quedaba secundar la moción. Antes de que su mirada pudiera alcanzarme, le dije que yo tampoco quería la foto; -no quiero que nadie me recuerde- argumente. Su sorpresa era igual que su descontento, pero rápidamente admitió su derrota y se marcho dejándonos el salón solo para nosotros dos.
¿Porque no quieres tomarte la foto grupal?- le pregunte.
-No he creado lazos muy fuertes con nadie- respondió
- entiendo tu punto de vista
- ¿y tu porque no te quisiste tomar la foto?
- no la necesito
-¿Por qué no?
-no quiero que nadie me recuerde, un recuerdo es algo muy importante, y lo que importa es quien quieres que te recuerde y para qué.
Se quedo en silencio por un tiempo, yo tome mis cosas y las empecé a ordenar, la hora de salir de clases se acercaba.
Una multitud de jóvenes a punto de partir asechaba la puerta del salón, gritos de emoción se hacían escuchar de los labios de los más extrovertidos. Mis compañeros me miraron por un momento, querían hacer preguntas pero se las impedí hablando rápidamente del proyecto que teníamos que entregar en equipo de ética; antes de poderme responder nada, la campana sonó anunciando el fin del día escolar. Mintiendo que tenía que hacer algo en mi casa me marche rápidamente perdiéndome entre la multitud y así, empecé a desaparecer de sus vidas, tan lentamente que ni siquiera lo habían notado. Ahora todo era cuestión de tiempo, sabía que él se encargaría de lo demás.
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