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BENDITO ADAGIO PARTE III (Narración)

El asombro y la alegría brotaron en mí apenas escuché la voz de Janin al otro lado del teléfono.
Nuestras voces, aún frenéticas, iniciaban una imperiosa tertulia telefónica. Aquella llamada inesperada se convirtió en un viaje de recuerdos fructuosos.
—Me enteré de que tuviste una niña con Rubén, el amor de tu vida.
—Tienes que darme todos los detalles de tu boda y de cómo es la experiencia de ser madre.
—La niña es un terremoto… y otros desastres —dijo entre risas—. pero también es amor en su máxima expresión. Eso nos permite estar bien y sentirnos afortunados.
—Sabes, ella ya te conoce en fotografías. Pronto la conocerás en persona.
Me conmovió la idea. Ya me encontraba endulzada por esta niña a la que aún no conocía, pero que ansiaba ver.
Después de rememorar anécdotas y reír, nuestros suspiros nos devolvieron la cordura.
—Janin. Aún guardo algunas pertenencias tuyas, quizá quieras conservar.
—¿Tomamos un café mañana? —pregunté, envuelta en nostálgica.
—¡Por supuesto!
—Nos vemos en nuestro sitio de siempre. ¿Recuerdas dónde?
—¡Claro! —afirmó con celeridad.
—Entonces allí estaré, con las reliquias en la mano —dije entre risas.
Seguimos conversando, saltando de un tema a otro: viajes, sueños, amores…
Finalmente, concluimos con un beso, un abrazo y “hasta mañana”.
La nostalgia se entremezcló con alegría. Sonreía, presionaba mis labios, movía la mirada… estaba tan emocionada que no concilié el sueño. Tiré las cobijas rebusqué en las gavetas del armario.
“Sé que por aquí los dejé”, me repetía, hasta que mis manos encontraron el empaque crujiente. Al instante, la emoción me envolvió. Eran unos chocolates ocultos, reservados para mis momentos de ansiedad.
Los acerqué a mi nariz, inhalé su aroma, saboreé su dulzura. Cada mordida arrancaba de mí un gesto de felicidad. ¡Que satisfacción! ¡Qué delicia!
Después de esa gloria, caí rendida.
Las cortinas dejaban entrar suavemente la mañana. El aire fresco acariciaba mi rostro, pero mi sutil despertador rompió la placidez con su estrepitoso sonido.
Me estiré, bostecé y restregué mis ojos llenos de sueño. Recogí mi cabello con un colet y bajé a la cocina por un vaso de agua.
Desde el patio, oía sus quejidos.
—¡Voy!, ¡voy!
Abrí la puerta y allí estaban, listos para la batalla: juguetes en sus hocicos y sus fuertes almohadillas sobre todo mi cuerpo.
¡Que lucha más divertida la de cada mañana!
—No hubo vencedor, todos terminamos rendidos y sedientos.
Me di una ducha rápida, tarareando una de mis canciones favoritas y riéndome de mi propia voz inarmónica.
Sacudí mis cabellos, consciente de que no debí haberlos expuestos al agua si tenía prisa. Mis raíces rebeldes —herencia de la genética paterna— podían convertiste en una dificultad. Un cabello rebelde recién lavado se comporta de forma distinta a uno liso recién lavado.
—Miré el reloj.
¡Qué tarde es! Me dije.
Justo entonces sonó mi móvil con You’re Beautiful. Mientras me perfumaba y elegía mis argollas, lo busqué por todas partes: sacudí el bolso, alboroté las sábanas, literal hice volar las almohadas.
Pero nada, no lo hallaba.
Fui a la mesita de noche, junto a los envoltorios del chocolate, vi un pequeño trozo. Lo lamí. Una de mis manías que en el tiempo se ha quedado en mí como una estampa.
Allí estaba, vibrando. Apenas alcancé a responder:
—Era Esther, colega del trabajo, ella ocupada el cargo de administradora.
Su llamada me hizo apresurar mi salida. Tomé las llaves y para no perder más tiempo, hice parar un taxi.
Dentro del auto revisaba mi celular, sin prestar atención al panorama en la calle: tráfico, bocinas sin cesar, semáforos ignorados. Justo ese día había comenzado el mantenimiento de las pistas, causando caos y convirtiendo todo en un solo sentido.
Cuando el conductor logró superar la infernal travesía, al llegar, bajé apresurada.
—¿Qué pasó, señorita Andrea? —me saludó Jorge, el personal de vigilancia.
— Trafico y más tráfico —respondí con un gesto amable.
Fui directamente a la administración. Al ingresar, vi que el cliente se retiraba, dejando su expediente en manos de Esther, quién me lo entregó para que me encargara de preparar y cerrar el contrato. Asentí, interactuando un momento con ella, luego me retiré.
Al llegar a mi escritorio con la documentación en mano, recibí un guiño y un beso volado de Javier, que en ese instante antedía una llamada.
Él es un amigo ideal, aunque, en realidad, más una amiga. Su preferencia afectiva nunca ha sido un obstáculo para la simpatía que ambos hemos construido.
A veces lo acompaño a la casa de campo de sus padres, Qué, aparte de preciosa, es acogedora. Allí se respira aíre puro, y la comunión con la naturaleza más el ambiente familiar encariña. Javier me contó que al principio fue difícil aceptar o develar sus gustos. Sus padres intentaron cambiar su orientación con terapias y especialistas, pero con el tiempo lo asimilaron. Ya no hubo reproches ni más intentos de cambio.
En algunas visitas o reuniones, he sentido que desearían que yo me convierta en una especie de influencia divina en su pensamiento para persuadirlo de su preferencia actual. Bueno es solo una impresión. ¡Mi impresión!
No saben que mis sentimientos hacia él, van por otra dirección.
Otro momento que disfruto en casa de Javier es la hora de la comida. Cuando confirma nuestra llegada, nos esperan con sus mejores platos. Recordar el sabor y la sazón es una dulce tortura que ya provoca regresar.
Javier monta su caballo de paso con maestría y baila La marinera con elegancia. A veces me coquetea, tentando mi torpeza. Yo me he animado moviéndole el pañuelo, trato de hacerle un sutil cadereo, pero mis dos pies izquierdos carecen de armonía.
Compartimos el almuerzo y Javier aprovechó para contarme de su nueva relación.
—Este amor me está brindando la atención y el cariño que antes me faltaban —dijo con una sonrisa.
Me alegró percibir su felicidad. Su mirada brillaba como una canica rodando sin rumbo.
La mía en cambio, se detiene nostálgica en un ayer. Javier siempre lo nota. Me ofrece alguna fruta, me toma de los hombros y besa mi frente, su instinto le dice que es Tadeo. Mi sonrisa disimulada lo confirma.
—Todo estará bien —me dice.
De vuelta al trabajo, la jornada avanzó tranquila hasta que me sumergí tanto en mis tareas que olvidé la hora.
—¡Seis de la tarde! Ve, niña. Tu cita es a las seis treinta —me alertó Javier.
Agradecí con un beso en la mejilla y corrí hacía la salida; con la certeza de que Javier se encargaría de cerrar y dejar en orden mi escritorio.
Mi corazón latía con fuerza. Ya en la acera, sonó mi celular.
"You’re Beautiful"
Atendí.
La serenidad regresó en mí, al oír decir a Andrea que llegaría con diez minutos de retraso. Le dije que no se preocupara, mientras subí al taxi que Javier había solicitado para mí
Ya el vehículo, bajé la ventanilla, dejé que el aire acariciara mi rostro y observé el firmamento.
Mientras me acercaba, el tiempo retrocedía. Un mundo de emociones me recorría mis recuerdos.
Al llegar, mis ojos se posaron en una mesa.
Un fugaz holograma del pasado, parecía llamarme.
El trance se disipó con la llegada de janin. Nos fundimos en un abrazo.
Y así, comenzó una tertulia con aroma a recuerdos.
(Continúa…)


Krisna

Texto agregado el 17-05-2015, y leído por 349 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
18-05-2015 Me encanta lo que estás haciendo querida, es un gran trabajo el que estás realizando!! (espero que llegue pronto la continuación) se me ocurre que Javier se va a tornar más protagónico, jejeje, bueno, hay que ver. Un abrazo graaande. gsap
18-05-2015 fe de erratas, atenta de seguirlo. jdp
18-05-2015 Fascinante tu relato, me ha encantado y antenta a seguirlo. jdp
17-05-2015 Hay en tu narrativa el dejo de lo citadino, de esas prisas y carreritas que por cotidianas les encontramos cierto encanto. Muy atinada la forma en que entretejes el asunto del encuentro con la amiga, con la historia de Javier y sus preferencias y otros detalles que parecieran nimios, pero que dicen mucho de tu habilidad como narradora. Grato leerlo. sagitarion
17-05-2015 Como un buen adagio, llevas cada parte ejecutándola con la certeza de que el movimiento final será apoteósico. A la espera de la próxima ejecución donde tendremos a Janin y a Andrea como solistas de cada performance, o como dúo (?) Un abrazo fuerte. SOFIAMA
17-05-2015 Me gustó mucho la narrativa. Una historia que despierta el interés del lector. !Muy bien! Saludos y ***** NINI
 
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