Te has ido otra vez, ya estoy cansado de escribirle despedidas al viento. A tu manera, así en la estacada como en los cielos, vuelve, corre hacia mis brazos de manco sepia, que sabrán adorarte de nuevo hasta que la ruina no nos deje ver la grieta. No mastiques más coronas de laureles, de nada sirve regalar olvidos a la madrugada cuando se está en sintonía con el desespero. Mándame al menos algún pajarillo moribundo a mi nueva dirección, el depósito de cadáveres lozanos. Que más se puede hacer, organizarte un campeonato mundial de piropos?, comprarte un par de islas a orillas del mar muerto? tendré que llorar ese milloncito de sangres allá donde se despeña un perro