Inicio / Cuenteros Locales / gcarvajal / EL LADO OSCURO DEL AMOR - Capitulo XVII
Un día, mientras mantenían una de sus más importantes charlas, por una interrupción de Patricia se terminó esa comunicación sin ningún aviso y Horacio no volvió a saber nunca más de su amigo.
Horacio no podía definir con exactitud cómo se producía esa comunicación, pero entendía que era de una forma telepática, porque bastaba con que él pensara en una pregunta en concreto e inmediatamente venía a su mente la respuesta con toda la explicación que fuera necesaria y siempre él sentía la presencia de Daniel mientras estaban comunicados.
No le cabía la menor duda de que la comunicación fuera real y cuando trató de poner a prueba la legitimidad de lo que estaba ocurriendo, para asegurarse de que no se estaba volviendo loco, Daniel fue categórico en la respuesta.
Cuando ya muchas de las inquietudes de Horacio habían sido respondidas por Daniel, se le ocurrió preguntarle cómo funcionaba la mecánica de la «salvación» de los espíritus y la respuesta le confirmó algo que él siempre había intuido y era que la condenación no existía.
Daniel le aclaro que en el plano espiritual no había buenos ni malos, que eso no era más que un paradigma creado por los hombres, que el infierno no existía, que se trataba de una alegoría hecha para mantenerlos sometidos y Horacio no podía entender cómo por miles de años las religiones habían mantenido engañada a la humanidad y que a nadie se le hubiera ocurrido pensar que era una burda mentira. Se preguntaba cómo habían podido hacerle creer a las personas que el infierno era un lugar material, con llamas de fuego material, supuestamente para castigar en ese fuego a los espíritus de los pecadores. Pero cómo podía ser castigado con fuego material un espíritu inmaterial. Un espíritu no podía sentir calor ni mucho menos quemarse.
La única respuesta satisfactoria que encontró fue sencillamente que por algún plan de Dios el quiso que así se mantuviera oculta esa verdad por dos milenios hasta ese momento en que Daniel se la reveló.
Comprendió que con la muerte del cuerpo lo que el espíritu había conseguido era desembarazarse de un lastre material y ser libre.
Le fue claro que así como no existía el infierno, tampoco existía el pecado y que el peor atropello que habían cometido todas las religiones a lo largo de la historia era haber hecho sentir a la humanidad, sentimientos de condenación y falsas culpabilidades, para a través de esas emociones manipularlos y desarrollar poder.
Mientras se encontraban en ese dialogo, había transcurrido el tiempo para Horacio y anocheció.
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Texto agregado el 15-05-2015, y leído por 141
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