Cómo ser García Márquez, sin esforzarse demasiado.
No es broma: se puede intentar: todo en esta vida es posible. Quizá haya que echar bastantes horas, pero no es una meta peregrina (como, por otro lado, diría el autor citado).
Conviene pertrecharse, a tales efectos, de unos conocimientos sólidos de historia de la Literatura. También ayuda el haber tenido una infancia escasamente estereotipada (que como frase queda bien pero que cada cual puede interpretar de tal modo que encaje en la propia: sea como haya sido). En tercer lugar, imaginación (cada cual tiene la suya y es suficiente).
Pero, sobre todo, como cuarto y principal elemento, hay que quererlo; es decir: no ha de ser irrelevante la afición literaria. Este último no se puede improvisar. Una vez que abunde tal objetivo y afición, los restantes elementos se van haciendo mayormente prescindibles. No es baladí el asunto. No digo irrelevantes- pues han de existir- pero quedan un tanto ensombrecidos por el “querer” (elemento volitivo nada desdeñable). Y baste como ejemplo: ahí tienen a Mario Vargas, que lo ha querido y lo ha sido.